Sin duda estamos ante tiempos de cambio y, sobre todo, de mucha incertidumbre. Esto puede generar ansiedad, angustia o depresión, reacciones que nuestro cuerpo nos hace sentir frente a ello. Hay un sinfín de factores que nos generan estrés, como por ejemplo el despido o cambio de trabajo, problemas económicos de gravedad, una enfermedad, hasta incluso el nacimiento de un hijo, entre otros. Todo cambio o incertidumbre provoca ansiedad en mayor o menor medida.
Estamos en una sociedad que nos enfrenta con demasiada asiduidad al cambio. Este no necesariamente tiene que afectarnos directamente. Una situación de crisis, como la que estamos viviendo producida por la pandemia, favorece al afloramiento de patologías ansiosas. Esta reacción es contraproducente ya que resulta imposible afrontar cambios desde la ansiedad o la depresión.
No es fácil controlar los agentes externos e internos que producen estas situaciones. Por más que nos empeñemos, al menos a corto plazo, luchar contra ciertos factores puede ser un camino cuesta arriba difícil de asumir. Lo que si debemos intentar es mantener el control sobre nosotros mismos. Es importante que no obviemos nuestra salud mental y física, para así afrontar situaciones difíciles con las máximas posibilidades de éxito.
Se recomienda acudir a un especialista cuando nos veamos sobrepasados física y emocionalmente. De esta manera evitaremos que la situación se agrave. Un especialista nos puede enseñar a gestionar nuestras emociones, en especial trabajando sobre nuestros síntomas físicos y la gestión de los pensamientos distorsionados. También hay que hacer especial hincapié en las conductas evitativas. Es decir, aquel conjunto de trastornos que se caracteriza por eludir situaciones sociales o interacciones que impliquen un riesgo de rechazo, crítica o humillación. El diagnóstico, realizado por especialistas, se basa en la psicoterapia, y en el tratamiento con ansiolíticos y antidepresivos.
Hay que actuar a tiempo cuando se empiezan a notar una serie de síntomas que derivan en pensamientos catastrofistas, circulando de forma permanente en la problemática y no en la solución. También debemos estar atentos cuando se producen sensaciones de falta de energía, permanente tristeza o desesperación. Si todo ello nos limita nuestro día a día hay que ponerse en manos de un profesional de inmediato.
Se ha demostrado que la terapia de tipo cognitivo conductual es la que obtiene mejores resultados. Los especialistas practican con el paciente una serie de técnicas de gestión y modificación del pensamiento distorsionado. Se elabora un plan personalizado para el manejo de los síntomas físicos, y, en algunos casos, la necesaria intervención paralela de un psiquiatra.
Seguro que has oído mucho últimamente la palabra resiliencia. Una resiliencia adecuada implica adaptarse de forma eficaz a los contratiempos que nos vayan llegando, hasta el punto de salir fortalecidos de los mismos. Aprender de las situaciones complicadas para saber sortearlas en nuestro propio beneficio. En muchas ocasiones es difícil cambiar la situación que nos atormenta, pero sí que podemos cambiar nosotros. En cada uno existe el compromiso para cambiar. Por ello es importante compartir nuestras emociones y no quedárnoslas dentro.
