Las vértebras cervicales son aquellas que se sitúan en el cuello permitiendo su movilidad, además de realizar la importante función de soportar el peso del cráneo y el equilibrio del mismo. Los seres humanos disponemos de siete vértebras y se denominan C1 (atlas), C2 (axis), C3, C4, C5, C6 y C7 (vértebra prominente). Una manera fácil de comprobar el equilibrio que ejercen es colocando un cartón entre los dientes y ver si este se mantiene en posición totalmente horizontal. Si esta posición no es correcta significa que la musculatura está trabajando de manera incorrecta, y, por lo tanto, puede dar lugar a los clásicos dolores cervicales. Estos se deben a posturas incorrectas y forzadas mantenidas en el tiempo.
Tres tipos de cervicalgias
Tortícolis
Se trata de la afección más común y genera un dolor intenso de carácter unilateral. La tortícolis produce un acortamiento de los músculos del cuello y normalmente aparece repentinamente debido a un mal movimiento. Se ha comprobado que el estrés y la ansiedad son clave en este tipo de dolores. Hay tortícolis que son muy invalidantes, hasta el punto de dejarnos postrados en la cama o incluso con la incapacidad de caminar. Hay que cuidarlas para que no se conviertan en un dolor crónico.
Neuralgia Cérvico Braquial
Este tipo de neuralgia genera un dolor cervical irradiado a los brazos y/o las manos en forma de hormigueos y disminución de la fuerza muscular. Pueden ser causadas por la artrosis, una hernia discal o una mala posición de la vértebra cervical que provoca compresión o estiramiento en la raíz nerviosa. La acupuntura ha demostrado muy buenos resultados.
Latigazo cervical
Suelen ser causados por un accidente de tráfico o por un movimiento excesivo y brusco del cuello. El latigazo provocará dolor, inflamación y tensión de toda la musculatura del área cervical, además de una disminución del espacio intervertebral.
¿Cómo liberarnos del dolor de cervicales?
Si nos cuidamos periódicamente evitaremos estados agudos y crónicos. Se recomienda ponerse en manos de un profesional a la hora de elegir el tratamiento más adecuado a nuestro caso. La osteopatía craneal, por ejemplo, se basa en una serie de técnicas manuales muy suaves cuya finalidad consiste en eliminar las tensiones musculares y mejorar el riego sanguíneo tanto a nivel craneal como cervical.
Pero no sólo se debe trabajar a nivel de la columna cervical, también hay que establecer una terapia mediante masajes y osteopatía estructural. De esta forma nos recuperaremos lo antes posible y evitaremos los estados agudos.