Mi primera experiencia con el yoga fue hace unos años gracias a un curso intensivo de Ashtanga Yoga que organizaron en el centro donde hago pilates. Para mí, que tenía muchas ideas preconcebidas acerca del yoga, fue una gran sorpresa. Me encantó porque necesitaba estar muy concentrada durante toda la sesión para poder seguir las secuencias de asanas (posturas), así que me olvidaba de todo y salía muy relajada.
Una vez terminado el intensivo, quise continuar con el yoga, pero por diferentes motivos solo logré hacer alguna clase suelta… Sin embargo, hace unos meses tuve la oportunidad de hacer otro curso de yoga, esta vez de Vinyasa Yoga o Flow. Y, aunque no fue tan intenso físicamente como el anterior (el Ashtanga Yoga es el estilo más dinámico), me sirvió para redescubrir los beneficios del yoga, sobretodo para el bienestar mental.
Para ser sincera, debo decir que el pilates es el entrenamiento que más me gusta, el que mejor me hace sentir y el único que ha conseguido engancharme después de que dejara el ballet. Aun así, reconozco que el papel de la respiración en el yoga y los minutos de relajación al final de cada sesión, hacen que salgas como flotando, mucho más tranquila y de mejor humor.
En este último curso de Vinyasa Flow Yoga nos hacían contar los segundos de cada inhalación y exhalación al empezar y al terminar la clase y realmente mi respiración, al acabar, duraba el doble. Lo cierto es que la mayoría prestamos poca atención a nuestra respiración durante el día y, por lo general, esta suele ser rápida y superficial, sobre todo en estados de ansiedad o estrés. Por el contrario, una respiración profunda nos induce a estados de relajación y bienestar, así que saber técnicas de respiración abdominal como las que se aprenden en yoga puede sernos muy útil en situaciones de nervios o para ayudarnos a despejar preocupaciones y pensamientos negativos de nuestra mente.
Ahora que andamos todos haciendo nuestra lista de buenos propósitos para el 2016, uno de los míos es intentar ser más constante con el ejercicio físico y compaginar otra vez el pilates con el yoga, aunque sea de vez en cuando. Por suerte, cada vez hay más centros especializados en los que se pueden comprar clases sueltas o bonos y así es más fácil para quienes no podemos comprometernos a unos horarios fijos. También un bono de clases es un muy buen regalo si aun no habéis escrito la carta a los Reyes Magos 😉 .
Por todo ello, hoy quería aprovechar para hablar sobre algunos de los principales beneficios del yoga para la salud según diferentes estudios científicos recientes.
Entre ellos, uno publicado en The Journal of the American College of Cardiology y que registró como, tras 3 meses realizando yoga, la media de pulsaciones en reposo de los participantes disminuyó de 67 a 61 latidos por minuto, además de referir menor ansiedad y depresión. Por su parte, otro estudio investigó los efectos del Hatha Yoga en la presión arterial en niños hipertensos y, al cabo de tres meses, los pequeños que habían practicado yoga tenían más baja la presión arterial en reposo.
Respecto a los beneficios del yoga para la salud mental, hay infinidad de trabajos publicados y que demuestran que esta práctica parece tener un efecto positivo en la depresión, los trastornos del sueño e incluso la esquizofrenia. Algunos de esos estudios sugieren que el yoga puede tener un efecto parecido a los antidepresivos y la psicoterapia, por su acción sobre los neurotransmisores y la secreción de serotonina (la hormona responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo). Además, otras investigaciones señalan que puede reducir la ansiedad y la agresividad.
Pero esto no es todo. El yoga incluso podría ser el aliado perfecto para ayudarnos a controlar nuestro peso. Un estudio reciente demostró que su práctica tiene un importante impacto en la leptina, una hormona que juega un papel clave a la hora de regular la ingesta y el gasto energético. De hecho, de acuerdo con los autores del estudio, los practicantes expertos en yoga tienen un 36% más alto los niveles de leptina que los practicantes novatos. Asimismo, el yoga ayudaría a mejorar la sensibilidad tanto a la leptina como a la insulina, reduciendo su resistencia, lo cual se asocia al sobrepeso y patologías como la obesidad o la diabetes.
Por otro lado, hay un estudio que revela la habilidad de los monjes tibetanos de generar un alto calor corporal a través de una práctica llamada Tumo Yoga, estimulando el metabolismo de la grasa parda (también conocida como grasa marrón), capaz de quemar energía en lugar de almacenarla.
Finalmente, se ha asociado también la práctica del yoga con la mejora de la función inmune, el rendimiento, la satisfacción sexual y la reducción del riesgo de migrañas y la ansiedad a la hora de comer.
Más allá de los estudios científicos, y basándome en mi experiencia personal, creo que otra de las principales ventajas del yoga es que puede adaptarse al estado de forma de cada uno y que, con constancia, nos permite mejorar mucho en energía, fuerza y elasticidad. Además, actualmente hay muchos estilos de yoga, por lo que podemos escoger el que más se ajuste a nuestras preferencias.
¿Y vosotr@s, habéis probado el yoga? ¿Cuáles son vuestros propósitos saludables para el nuevo año?