Con la llegada del otoño hemos ido retomando muchas de las actividades cotidianas (colegios, trabajos, …) Los franceses suelen utilizar la palabra “rentrée”, o lo que es lo mismo, la vuelta o regreso a la actividad normal tras un período de ausencia. Para muchos el arranque del año comienza más en estos meses. Por ello, resulta siempre importante hacer cambios en nuestro hogar, y más ahora, ya que en las próximas semanas pasaremos más tiempo en él.
Muchos expertos recomiendan desterrar las toxinas de nuestras casas. Crear un lugar óptimo para vivir y trabajar, dejando atrás cosas que ya no nos sean útiles. Hay que practicar el desapego para alcanzar la liberación emocional.
Las toxinas de la casa son:
- Todos aquellos objetos que acumulas y nunca utilizas. Existen en la actualidad varias aplicaciones para vender esas cosas que ya no usas.
- Ropa que no te gusta o no utilizas hace tiempo, o que simplemente ya no te vale. Una buena opción es donar aquellas prendas de vestir que sigan estando más o menos bien. Aquí en este grupo también se incluyen los zapatos viejos que nunca más te vas a volver a poner.
- Objetos rotos.
- Plantas muertas o en mal estado.
- Documentación que ya no sirve para nada: recibos, cartas, anotaciones, …incluso revistas viejas.
- Cachivaches que apelen a otras etapas ya pasadas de nuestras vidas.
- Juguetes rotos y que ya no funcionan. Y si nuestros hijos han crecido y no los usan, también es interesante tomar en cuenta la donación en estos casos.
Si practicamos el desapego, en poco tiempo comenzaremos a ver mejoras en la salud. Asimismo, al contar con un espacio más limpio y funcional, verás como la creatividad brota fluidamente en ese entorno. Mejorará tu humor y la capacidad de raciocinio. De hecho, está comprobado que incluso las relaciones entre las personas que habitan en ese mismo hogar mejoran sustancialmente.
A medida que ordenamos la casa, por dentro, de manera paralela, también estaremos mejorando nuestra mente y las emociones. Casi siempre tendemos a acumular objetos materiales que no sirven absolutamente para nada. Ordenar es, a su vez, un acto que resulta placentero. Y cuando la tarea esté acabada nos encontraremos satisfechos y muy bien con nosotros mismos. Cultiva la energía positiva en el entorno próximo, y limpia y deja atrás todo aquello que ya no necesites.