Nuestro aparato musculo-esquelético es un increíble engranaje cuyo punto más débil se encuentra en las articulaciones. Se pueden considerar como una gran obra de ingeniería. De hecho, son fundamentales para la movilidad, pero, con el paso de los años, tienden a un peor funcionamiento. En el artículo de hoy te queremos dar una serie de claves para conservar las articulaciones lo más sanas posible.
Las articulaciones son el punto de unión de los huesos, por donde estos crecen y, en especial, las que permiten que el esqueleto no sea un armazón rígido, sino una estructura capaz de generar movimiento. Esta complejidad las convierte en vulnerables, sobre todo a la hora de sufrir lesiones como las torceduras, o patologías más complejas como la artritis o la artrosis. Pero tan solo con el paso del tiempo, las articulaciones se desgastan, provocando dolores y limitando el movimiento.
TRABAJAR LAS FLEXIBILIDAD DE LAS ARTICULACIONES
Las articulaciones las podemos encontrar en muchas partes del cuerpo, como por ejemplo el cuello, los hombros, los codos, las muñecas, la cadera, las rodillas y los tobillos, junto con las pequeñas de cada uno de los dedos. No todas son iguales: cada una está formada por un entramado de huesos, tendones y ligamentos, y dan lugar a una serie de movimientos como la rotación completa, la bisagra o el pivote. Todo ello en función de la necesidad de esa parte del cuerpo.
El cartílago articular es la membrana que las dota de elasticidad. A medida que vamos ganando años, esta membrana se contrae y pierde flexibilidad. Pero este problema puede adelantarse en las personas que practican mucho deporte o en aquellas que sufren de sobrepeso.
SENCILLOS EJERCICIOS PARA CUIDAR DE LAS ARTICULACIONES
Con estos sencillos ejercicios, no solo mejoraremos las articulaciones, también mejoraremos en lo relativo a los dolores de espalda y musculares. Consisten en estirar cada una de ellas lentamente, hasta que las sintamos en tensión, pero sin llegar nunca a sentir dolor. Algunos ejemplos serían:
- Apoyados en una silla, flexionar la pierna hacia atrás y apretarla contra el glúteo.
- Rotar el tobillo.
- Mover la cabeza lateralmente hacia un lado y al otro, hasta tocar los hombros con la oreja.
- Levantar los brazos de forma alterna, hasta el máximo que logremos conseguir.
Si estos ejercicios los hacemos, al menos, un par de veces por semana, comenzaremos a notar una mejoría sustancial en la flexibilidad de las articulaciones. Por otro lado, hay que regular la dieta y controlar el peso. La salud articular también depende de ello. Una dieta rica en azufre, como por ejemplo el que encontramos en hortalizas como la cebolla o los ajos, puede ayudarnos a fortalecer el colágeno que forma los huesos y los cartílagos.
