Medicamentos, ¿realmente los necesitas?

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Por suerte, he disfrutado siempre de una buena salud. Esto no quita que, obviamente, haya habido momentos en los que he estado enferma o he sufrido de dolor. Pero afortunadamente, nunca nada grave.

Años atrás, cuando no me encontraba bien, no sé muy bien por qué, trataba de posponer el momento de tomar un medicamento que me ayudará a calmar las molestias o a sentirme mejor. Intentaba ‘aguantar‘. El problema era que, cuando ya no podía más y me tomaba la medicina, el efecto obviamente no era inmediato, pero el malestar no había parado de incrementar y, por tanto, era aún más difícil de soportar.

Desde hace un tiempo ya no ‘aguanto‘. No tomo fármacos a la mínima – y soy partidaria de remedios naturales para molestias leves (por ejemplo, una infusión para el malestar digestivo después de una comida copiosa) – aunque ahora, si creo que necesito una medicina, recurro a ella antes de que el dolor o el malestar vaya a más.

Con esto no quiero, para nada, incitar al consumo de fármacos a la primera de cambio ni mucho menos a la automedicación o a tomar medicinas por recomendación de familiares, amigos o conocidos. Tan solo dejar constancia de que los medicamentos son seguros y eficaces cuando se utilizan para aquello por lo que han sido diseñados y que no vale la pena tratar de ‘aguantar‘ ni hacerse el héroe.

Es más, fuera de ese contexto, es cierto que suponen más un riesgo que un beneficio. Sobre todo, cuando se toman de forma continuada y no justificada. Por ello, es importante que siempre consultemos con el farmacéutico, médico o profesional sanitario.

Recientemente, hice un reportaje sobre algunos de los medicamentos más consumidos, sus indicaciones, su mal uso y sus posibles efectos adversos. Lo cierto es que descubrí muchas cosas interesantes, así como recomendaciones de expertos, que me gustaría poder compartir con vosotros aquí en este blog de salud, Sanitum.

Se trata del omeprazol, la aspirina, el paracetamol, el ibuprofeno, el metamizol (nolotil), los antibióticos, los hipnóticos y los ansiolíticos.

 

Omeprazol

¿Sabías que el omeprazol es el medicamento más consumido en España? Pues sí. Probablemente, porque sea uno de los que se toma más alegre­mente, sin respetar sus indicaciones de uso. Al ser un protector gástrico, el omeprazol es un fármaco que inhibe el exceso de secreción ácida del estómago y cuyo uso está supeditado, principalmente, al riesgo de sufrir una úlcera gastroduodenal o cuando se está tomando una medicación que puede ser lesiva para el estómago.

Aunque algunas personas lo tomen a diario ‘por si acaso‘,  lo cierto es que su consumo prolongado puede tener importantes efectos secundarios. Entre ellos, una mala absorción de ciertos nutrientes, pudiendo causar déficits relevantes.

Por ello, no deberíamos tomarlo para mitigar una acidez estomacal puntual o después de una comida copiosa. En estos casos, es mejor tomar antiácidos o sales de fruta.

 

Aspirina

En los últimos años ha perdido popularidad, pero se trata del más clásico de los analgésicos. De hecho, ¿quién no ha tenido una caja de aspirina o aspirina infantil en casa?

Este medicamento sirve para calmar el dolor, disminuir la inflamación y bajar la fiebre. También, en dosis bajas, se emplea para prevenir accidentes cardiovasculares en personas con factores de riesgo o que ya los han sufrido con anterioridad, porque previene la formación de coágulos sanguíneos.

La cuestión es que, en personas sanas o de bajo riesgo, tomar aspirina a diario para prevenir un evento cardiovascular no tiene ningún sentido ni compensa los posibles daños en el estómago y el hígado.

En el caso de las mujeres, pese a ser un analgésico, es preferible optar por otros fármacos como el ibuprofeno o el paracetamol para tratar del dolor de regla.

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Paracetamol

El paracetamol es uno de los medicamentos más recorridos para el dolor. Probablemente, muchas llevemos alguno en el bolso o tengamos en la oficina por si aparece de repente un dolor de cabeza o menstural inesperado.

Aunque es cierto tiene pocas contraindicaciones y no daña al estómago, esto no significa que podamos tomarlo a la ligera. Es decir, no es adecuado tomarlo ante la mínima molestia, pero sí ante un malestar ocasional que interfiera con nuestra actividad.

Lo cierto es que muchas veces se consume 1 gramo de paracetamol tres veces al día, lo que supone la dosis máxima recomendada. Aún así, unos 500 o 650 mg de paracetamol por toma deberían ser suficientes para calmar los dolores más habituales.

También, el paracetamol es de gran utilidad para bajar la fiebre y ayudarnos a sentirnos mejor cuando estamos pasando por un proceso de tipo infeccioso como, por ejemplo, un catarro. No obstante, esto no debería servirnos para obviar el hecho de que estamos enfermos y forzar nuestro cuerpo, cuando lo que este nos está pidiendo es tiempo y reposo para poder curarse. Si lo hacemos, al día siguiente es probable que la fiebre se dispare, la infección haya prosperado y, por lo tanto, nos sea más difícil recuperarnos.

 

Ibuprofeno

El ibuprofeno tiene un triple efecto: es analgésico, antiinflamatorio y baja la fiebre. Por ello, se trata de uno de los medicamentos más empleados para calmar el dolor de cabeza, garganta, menstrual, dental y muscular.

A diferencia del paracetamol, el ibuprofeno es también antiinflamatorio, por lo que es más adecuado para ciertas dolencias.   

Una de las cosas que más me sorprendió descubrir mientras hacía el reportaje es saber que, tendemos a consumir ibuprofeno de 600 mg, a pesar de que su eficacia es equiparable a la que conseguimos con la dosis de 400 mg y que los efectos secundarios que puede causar  – sobre todo en el estómago – son mucho mayores. ¿Qué os parece? ¿Lo sabíais?

Es decir, la dosis de 400 mg es más segura y debería ser suficiente para abordar los dolores más habituales que podemos tener de forma puntual. De hecho, si estos no se reducen con esta cantidad y son persistentes, hay que consultar con un médico.

 

Metamizol

Es cierto que se trata de un medicamento que consigue calmar el dolor de forma muy efectiva. Sin embargo, debería utilizarse en casos muy concretos. De hecho, hay la creencia de que el metamizol, más conocido quizás como Nolotil, es una especie de paracetamol, pero más fuerte.

Y sí, es verdad que se trata de un medicamento con un mayor poder analgésico – además de bajar la fiebre y aliviar los espasmos musculares – pero no debería ser la primera elección para los dolores más habituales, como el de cabeza.

Hay que saber que el Nolotil tiene efectos adversos importantes sobre el sistema inmunitario y el hígado. Por ello, en este caso (y siempre) es preferible optar siempre por fármacos que alivien los síntomas de la forma más suave posible y con la menor probabilidad de riesgos.

Así pues, en caso de dolor de cabeza, de entrada estaría más indicado un paracetamol, una aspirina o un ibuprofeno. De no remitir, lo que hay que hacer es acudir al médico y no tratar de mitigarlo con fármacos más potentes.

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Antibióticos

Los antibióticos son medicamentos muy potentes y que salvan vidas. Por esta razón, el abuso y la utilización irresponsable de estos fármacos es un problema muy serio de salud pública que no se debería menospreciar.

Únicamente se deberían emplear para combatir infecciones bacterianas y siempre debería ser un médico quien valore la necesidad de usarlos.

El principal efecto adverso que condiciona el consumo excesivo de antibióticos es la aparición de microorganismos que adquieren resistencia a los mismos (resistencia a los antibióticos), lo que puede hacer que, en un futuro, haya infecciones graves difíciles de tratar.

Así pues, en ningún caso se deben empezar a tomar por el hecho de presentar síntomas que nos pueden parecer similares a una infección bacteriana que hayamos sufrido con anterioridad. Un dolor de garganta, por ejemplo, puede estar causado por un virus y de nada servirá tratarlo con estos medicamentos.

Del mismo modo, nunca está de más recordar que la gripe no se cura con antibióticos y que estos tampoco se pueden utilizarse de forma preventiva, por ejemplo, si tenemos tendencia a sufrir infecciones de orina.

Además, hay que tener en cuenta que los antibióticos afectan a todo el sistema bacteriano de nuestro cuerpo, incluyendo la microflora beneficiosa, la cual necesitará días para poder recuperarse después de la toma de estos medicamentos. Como consecuencia, estaremos más expuestos a posibles infecciones durante este periodo.

 

Hipnóticos

Con el envejecimiento, los patrones de descanso tienden a cambiar. De ahí que, a partir de cierta edad, muchas personas presenten problemas para conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche, pues suele ser más ligero y hay más despertares.

En ese sentido, los hipnóticos o pastillas para dormir ofrecen una solución a diferentes trastornos del sueño como el insomnio, los despertares frecuentes o un descanso poco reparador.

No obstante, su prescripción debe realizarla siempre un médico, quien también hará un control del tratamiento, porque estos medicamentos pueden tener riesgos considerables. Así que nada de empezar a tomarlos por recomendación de un familiar o conocido, por muy bien que les haya ido a ellos.

Hay que saber que se trata de fármacos que afectan a la capacidad cognitiva, pero también a la psicomotora. De este modo, si no se controlan bien las dosis, pueden volvernos más torpes, provocar una caída y causarnos una fractura, lo que en personas mayores puede ser una circunstancia complicada.

Otro de los inconvenientes de este tipo de medicamentos es que, una vez se empiezan a tomar, suele ser difícil dejarlos. Sobre todo, si se han tomado por un tiempo prolongado.

Por esta razón, en caso de sufrir insomnio de forma puntual o más leve, también se puede recurrir a un tipo de antihistamínicos (medicamentos para la alergia) que ejercen un efecto sedante (por ejemplo, la Dormidina) y que ahora se usan con este fin, así como a la fitoterapia o ciertos complementos nutricionales.

En cualquier caso, es importante trabajar paralelamente en aquellos hábitos que nos ayuden a favorecer un estado óptimo para el descanso.

 

Ansiolíticos

A pesar de gozar de cierta mala fama, los medicamentos para reducir la ansiedad son fármacos muy seguros y de gran eficacia, cuando es un médico quien valora previamente el estado de salud de la persona, calcula la dosis necesaria y fija la pauta a seguir.

Además, en caso de que alguno de ellos produzca algún efecto indeseado, como una excesiva somnolencia, actualmente existe una oferta amplía de psicofármacos y se pueden hacer los ajustes que sean necesarios. Obviamente, lo esencial es poder tratar, de forma paralela y mediante psicoterapia y la adquisición de rutinas saludables, el problema de origen que está provocando ese estado de ansiedad para evitar que el trastorno se vuelva crónico.

El problema es que muchas personas recurren a los ansiolíticos para aliviar una contractura leve, gracias a su efecto relajante a nivel muscular. Pues bien, deben saber que hay fármacos menos potentes que pueden calmar este dolor y que estos tan solo deberían usarse después de un diagnóstico médico, incluso si ya nos habían prescrito relajantes musculares con anterioridad para un malestar con síntomas parecidos.

 

El mensaje que quiero transmitir con este post en este blog de salud es que los medicamentos son seguros, pero no inocuos. De este modo, tomar fármacos por decisión propia o la recomendación de algún familiar o amigo puede comportar riesgos importantes, al obviar sus contraindicaciones y las posibles interacciones con otros fármacos que se estén tomando.

Así pues, si dudamos sobre la conveniencia o no de tomarnos cierta medicación, es importante que lo consultemos antes con el farmacéutico o nuestro médico. Además, la prescripción de fármacos debería ser siempre individualizada y limitarse a los profesionales sanitarios.

Rosa Lecina

Periodista de salud, belleza y bienestar. Lo que más me gusta de mi trabajo es que me permite aprender cosas nuevas cada día y poder compartirlas con los demás. Desde Santium espero poder descubriros todo aquello que nos ayude a vivir una vida más sana. Podéis contactarme en: blogsanitum@gmail.com

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2 Responses

  1. Marcio dice:

    Muy buen articulo, a pensar si es tan necesario tanto medicamento, mis saludos desde Uruguay

    http://www.clinicadental.uy

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