Hace unos días, en el artículo que encontraréis en el siguiente enlace, os hablamos de la importancia de encontrar un perfecto equilibrio entre el Omega 6 y el Omega 3. Este último, por ejemplo, resulta imprescindible para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Y aun siendo una grasa clave, que debe estar siempre en nuestra dieta, cada vez la consumimos menos en la actualidad. Hoy nos centraremos en los subtipos de Omega 3, haciendo especial hincapié en las particularidades que hay en cada uno de ellos.
Ácido Alfa Linolenico (ALA)
Este subtipo de Omega 3 lo encontraremos principalmente en algunas semillas, frutos secos y aceites de diversas plantas. Hay estudios que muestran evidencias de que el ALA está asociado a un riesgo menor de padecer enfermedades cardiovasculares. También otras investigaciones han arrojado evidencias de un mayor efecto neuroprotector para la isquemia y ciertos tipos de epilepsia. Nuestro cuerpo es capaz de convertir el ALA en ácidos grasos de cadena más larga, pero por sí mismo no puede producirlo, lo tenemos que adquirir a través de la dieta.
Ácido Docosa Hexaenoico (DHA)
Varias pruebas científicas desarrolladas en la Universidad de California encontraron evidencias que sugieren que el consumo de este ácido graso puede influir positivamente para evitar el deterioro que causa el Alzheimer, aunque esto no se ha podido confirmar con pruebas irrefutables. Podemos encontrarlo en peces de agua fría, como por ejemplo el salmón, el arenque o la anchoa, y según estudios recientes también en atunes de calidad especial, en el aceite de hígado de bacalao y en algunas microalgas. Estas últimas, por cierto, son las que aportan DHA a los peces que luego consumimos.
Ácido Eicosa Pentaenoico (EPA)
A partir de este subtipo de Omega 3, el cuerpo humano reduce la síntesis de hormonas eicosanoides proinflamatorias, a la vez que mantiene un correcto estado celular (linfocitos, leucocitos y macrófagos) reduciendo de este modo los procesos inflamatorios. Es por ello que está especialmente indicado para aquellas personas que sufren psoriasis, artritis reumatoide, enfermedades inflamatorias intestinales y asma. También la EPA juega una especial importancia como regulador del sistema circulatorio, generando en nuestro cuerpo una buena salud cardiovascular, y además se tiene evidencia de su correlación con una menor depresión o síndrome de déficit de atención.
