Si tuviera que decir el hábito que más influye, para mal, en mi estado de ánimo, energía y rendimiento es el hecho de dormir poco. No me refiero a una noche en concreto, sino en temporadas en las que por estudios, trabajo o circunstancias personales no he conseguido dormir bien durante semanas.
Sé que parece obvio… Y seguro que si tenéis niños pequeños, dormir poco es el pan vuestro de cada día. 😉 Pero siempre había creído que era una persona que necesitaba dormir pocas horas y, hasta que no he intentado (¡estoy en ello!) adquirir unos hábitos de sueño más saludables, no era consciente de cómo el dormir podía influir en mi humor, concentración e incluso productividad.
Os cuento esto porque no dormir lo suficiente o tener algún trastorno del sueño suele ser una de las principales razones por la que nos sentimos cansados. Y, por el ritmo de vida actual, solemos aceptar la fatiga crónica como algo normal en nuestro día a día.
Aunque las necesidades de sueño varían en cada persona, el punto óptimo de descanso se sitúa alrededor de las ocho horas. Personalmente, con seis/siete horas bien dormidas incluso consigo levantarme por mi misma antes de que suene el despertador. Pero si disminuimos este número de horas o hay algún factor que perjudica la calidad de nuestro descanso, nos levantaremos ya cansados y nos costará mantenernos despiertos durante el día.
Más allá del dormir, hay otras razones por las cuales podemos sentirnos cansados. Os detallo a continuación algunas posibles causas de la fatiga, consejos para tener más energía que he ido recogiendo de médicos y expertos de diferentes campos (deporte, coaching…) y también trucos que a mi me funcionan.
- El cansancio puede ser síntoma de algún problema de salud o de la insuficiencia o falta de algún nutriente (vitamina D, vitaminas del grupo B, hierro…). Si sentís agotamiento o fatiga crónica, pedid cita con vuestro médico de cabecera para que pueda examinaros y os haga unan análisis de sangre.
- Una mala alimentación también puede hacernos sentir más cansados de lo habitual. Intentad cuidar vuestra alimentación y llevar una dieta lo más equilibrada posible y que se ajuste a vuestras demandas energéticas (tipo de trabajo, estilo de vida más o menos sedentario, etc.). Y bebed mucha agua. La deshidratación, aunque sea leve, causa fatiga física y mental. Además, como vimos en el post La importancia de beber agua, una buena hidratación es vital para nuestra salud.
- He estado muchos años saltándome el desayuno o desayunando a media mañana. Lo cierto es que el cuerpo no me lo pedía y, si había cenado muy tarde, aun me notaba ‘llena’ al despertar. Ahora intento dedicarle su tiempo y, si tengo prisa, al menos tomar algo rápido como copos de avena con leche. También he incorporado las semillas de chía en la mayoría de mis desayunos y lo cierto es que sí noto que me da un plus de energía. El desayuno es la primera comida del día después de horas sin ingerir alimentos y el organismo necesita coger fuerzas para empezar a funcionar.
- Otro consejo para mantener los niveles de energía es recuperar el almuerzo y la merienda. Mi truco para no olvidarme es dejar una bolsa con todo preparado antes de irme a dormir. Normalmente es fruta por la mañana y chocolate negro y frutos secos por la tarde acompañado de un té. También así evitaremos comer por ansiedad o más de la cuenta a la hora de la comida o la cena.
- Durante la semana, intento comer platos ligeros al mediodía. Si no, me entra mucho sueño después de comer…
- La cafeína del café o el té puede ser de gran ayuda. Pero ojo con los excesos. Hubo una época en la que alternaba cafés con leche con refrescos con cafeína (y con gas) y bebía una cosa u otra cada vez que notaba que mi energía bajaba. Evidentemente, acabé encontrándome muy mal. La cafeína tiene un efecto estimulante que podemos utilizar a nuestro favor, pero si se toma demasiada puede causar temblores, palpitaciones y nerviosismo y, en exceso, no es saludable.
- Como vimos en el post Las principales causas del estrés, hay pocas cosas que agoten más que la tensión psíquica y la ansiedad continuada. Cualquier cosa que nos ayude a eliminar pensamientos y sentimientos negativos y a reducir el estrés (ejercicio físico, yoga, meditación, ejercicios de respiración, quedar con los amigos, etc.) nos hará sentir más optimistas, con más vitalidad y de mejor humor. El deporte es, además, una fuente de energía por sí mismo al estimular la producción de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
- Esta es, para mí, la parte más difícil porque influye mucho la personalidad de cada uno. Establecer prioridades, huir del perfeccionismo en todo (deberíamos buscar el perfeccionismo en el conjunto, pero no en el detalle), pedir ayuda, delegar, decir ‘no’… Nuestro tiempo ni nuestra energía son inagotables.
- Esto también me parece ‘misión imposible’ la mayoría de días y más actualmente, que tenemos conectados el correo electrónico, la lista de tareas y la agenda en ordenadores, móviles y tabletas. Pero lo cierto es que una vez en casa deberíamos saber relajarnos y desconectar (y si es literal, es decir, dejando aparcado el móvil, mejor). Siendo sincera, esto me cuesta porque también utilizo el móvil en mi tiempo libre para leer, revisar las redes sociales, hablar con mis amigas por WattsApp…
- Se ha demostrado que los pensamientos que nos infunden sentimientos de ilusión, entusiasmo y confianza se traducen físicamente en una mayor energía y vitalidad. Pero cuando estamos agotados, tendemos a ser más pesimistas y entonces es fácil entrar en bucle sin salida.
¿Cuáles son vuestros trucos para tener más energía?
