Desde tiempos muy antiguos jugamos con el color de nuestro cabello. Oscurecerlo, aclararlo o modificar la tonalidad son algunas de las opciones que tenemos para cambiar nuestro aspecto. En el mercado solemos encontrar tintes de origen químico, los cuales consiguen penetrar en la fibra cambiando los pigmentos naturales del cabello, por otros de síntesis, y por tanto debilitándolo y haciéndonos perder el brillo y la suavidad natural.
Una buena idea sería optar por los tintes vegetales, sobre todo para evitar alergias e irritaciones. Estos, además, nutren, fortalecen y proporcionan un aspecto sedoso y luminoso al cabello. Asimismo, la mayoría de las plantas contienen pigmentos de diferentes colores e intensidades. Muchas culturas han venido usando el poder colorante que nos proporciona la naturaleza, no solo para teñirse el cabello, sino también para colorear el cuerpo o sencillamente teñir las prendas de ropa.
Los pigmentos de las plantas los encontramos en diferentes partes de la misma, como por ejemplo en las hojas, flores o en las raíces. La coloración se realizará después de lavar el cabello con un champú suave y cuando esté ligeramente húmedo. Si utilizamos la planta entera o triturada realizaremos una decocción en abundante agua durante un mínimo de 20 minutos. A continuación, dejar reposar y colar para después aplicarlo y dejarlo actuar un mínimo de 30 minutos. También existe la posibilidad de emplear la planta en polvo, mezclada con agua caliente, hasta formar una pasta cremosa cuya consistencia recuerda al yogur. Esta se aplica en forma de mascarilla en todo el cabello, y se deja que actúe al menos entre 60 y 90 minutos para obtener resultados duraderos. Se pueden mezclar distintas especies vegetales con el fin de obtener una gran variedad de tonalidades.
Cabellos rubios
Distintas variedades de la manzanilla se han venido utilizando para mantener el rubio natural. También es de uso muy común la raíz de ruibarbo, utilizada para obtener cabellos dorados e intensificar el brillo de los rubios.
Cabellos caoba y rojizos
La henna o alheña es el tinte natural por excelencia y la base de muchas mezclas para obtener diversas tonalidades de caoba y cabellos rojizos. Esta procede de las hojas de Lawsonia inermis, cuya coloración marrón o rojiza ha sido aprovechada por muchos países y culturas.
Otras opciones para obtener esta coloración serían: la Rubia tinctorum, la alcamae y la flor de hibisco.
Cabellos castaños y morenos
La cáscara del nogal es un excelente tinte para recubrir las canas del cabello y las pestañas. Lo mismo ocurre con el té negro, la salvia, la henna y el índigo. Este último, por ejemplo, contiene un pigmento azulado, además de aportar textura y brillo al cabello.
Cabellos grises
Para mantener el cabello uniformemente blanco y brillante se pueden utilizar los frutos maduros del saúco. Esto se consigue hirviendo un puñado de bayas en medio litro de agua durante más o menos 30 minutos. Y finalmente colar y enjuagar el cabello con este líquido dejando que actúe durante 15 minutos.