Los eccemas o dermatitis de contacto, la urticaria y la dermatitis atópica son enfermedades cutáneas muy frecuentes. En ese sentido, cabe decir que algunos de estos problemas dermatológicos se deben a la sensibilización de la persona ante una sustancia (alérgeno).
Actualmente, se conocen más de 4.000 alérgenos. Por tanto, identificar cuál es el responsable de un eccema es clave para evitar nuevas reacciones cutáneas en un futuro. No obstante, es cierto que en los pacientes con urticaria crónica o dermatitis atópica los mecanismos inmunológicos implicados son multifactoriales.
Desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) explican que el alérgeno más frecuente es el níquel, un metal omnipresente en nuestro entorno a través de la bisutería, las hebillas de los cinturones o los botones de pantalón.
Pero le sigue de cerca la metilisotiazolinona, un conservante utilizado de forma masiva en productos cosméticos y de cuidado personal, así como en limpiadores domésticos.
“Gracias a los diagnósticos que se realizaron en dermatología, la legislación a nivel europeo impuso hace dos años la prohibición del uso de metilisotiazolinona en productos cosméticos y de higiene de los que no precisan aclarado. Como consecuencia, ahora estamos empezando a percibir un descenso en la frecuencia de sensibilización. No obstante, no se puede bajar la guardia porque esta sustancia está presente en limpiadores domésticos, detergentes, suavizantes y pinturas al agua, en las que ni siquiera se requiere precisar su uso en el etiquetado”, afirman desde la AEDV.
Cabe tener en cuenta que los eccemas suponen entre el 20 y el 30% de las consultas en dermatología. Por tanto, hay mucho por hacer y legislar, señalan estos expertos. Por ejemplo, con los acrilatos en esmaltes permanentes de uñas o en sensores de glucosa, que están dando problemas importantes de dermatitis de contacto.
También en el campo de las fragancias hay muchos alérgenos. “Existe un uso excesivo de fragancias, incluso en productos destinados a pieles sensibles, atópicas o para niños. En el herbolario también hay productos con fragancias naturales como los aceites esenciales y los supermercados están repletos de limpiadores domésticos con abundantes aromas. Todos ellos pueden generar problemas de sensibilización”, advierten los dermatólogos.
Lo cierto es que en la mayoría de los casos se podría prescindir de su uso. De hecho, se podría hacer algo menos drástico pero útil para la población: su inclusión en el etiquetado. En ese sentido, “sería muy positivo que la legislación estableciera una declaración obligatoria de todas las fragancias en el etiquetado de productos destinados al uso tópico para facilitar su evitación”.
Un problema similar se está viviendo con los productos sanitarios y dispositivos médicos en los que tampoco existe obligatoriedad de declarar la composición completa. “Esto dificulta enormemente el estudio de los casos, el diagnóstico de nuevos alérgenos y la prevención secundaria. Por tanto, en muchos casos no se llega a un diagnóstico etiológico definitivo ni se pueden ofrecer opciones seguras a nuestros pacientes alérgicos por no conocer los componentes de los dispositivos alternativos”, insisten.
¿Qué hacer ante una reacción alérgica?
En caso de sufrir una reacción alérgica en la piel, estos son los pasos que recomiendan los especialistas.
1. Guardar la prenda, calzado, tejido, cosmético o cualquier otro producto que creamos que está provocando una reacción alérgica. Es importante no tirarlo para que los especialistas puedan averiguar si se puede tratar de un alégrenlo no habitual.
2. Hacer fotografías de las lesiones. Esto es de gran utilidad, porque cuando se acude al especialista, es probable que el cuadro alérgico ya esté resuelto.
¿Conocías la existencia de estos 4.000 sustancias alergénicas? ¿Habéis tenido alguna vez alguna reacción alérgica en la piel?
