Los ovarios son claves para la reproducción femenina y la salud de la mujer. Sin embargo, a menudo pueden producirse alteraciones que impidan su buen funcionamiento. Cuando esto sucede, estos órganos nos mandan diferentes señales a las que deberíamos prestar atención.
El problema es que, muchas veces, las mujeres nos resignamos a sufrir dolor abdominal, reglas muy abundantes u otras molestias relacionadas con el ciclo menstrual al asumirlas como algo ‘normal‘ y con las que tenemos que aprender a lidiar porque son parte inherente a la condición femenina.
Sin embargo, esto no es cierto. Es más, al contrario, estos malestares suelen ser síntomas de un mal funcionamiento de los ovarios u otros problemas en nuestra salud reproductiva.
Hace unos meses hice un reportaje justamente sobre este tema y quisiera compartir aquí, en este blog de salud, lo que aprendí de los diferentes ginecólogos a los que entrevisté. Sobre todo, lo que debería ponernos en alerta y, por tanto, hacernos consultarlo con el médico.
Ausencia de la menstruación
No hay que alarmarse si un mes falla la menstruación. De ser así, puede deberse a una alteración puntual en ese ciclo y, por tanto, que no tenga mayor importancia.
Eso sí, cuando esta ausencia de la regla se prolonga más allá de este breve periodo de tiempo, hay que consultarlo con el ginecólogo, porque los motivos que pueden estar provocándolo pueden ser diversos.
Más allá del embarazo y la lactancia, la falta de menstruación o amenorrea puede ser un síntoma de que nos estamos acercando a la menopausia. Esta suele aparecer alrededor de los 50 años, aunque puede manifestarse de forma precoz (menores de 40 años) o temprana (menores de 45 años).
Por su parte, los desequilibrios hormonales, la falta de ovulación (puntual o asociada a un trastorno) y los quistes ováricos – sacos llenos de líquido que suelen ser inofensivos – también pueden provocar amenorrea.
Del mismo modo, factores externos tan dispares como el consumo de ciertos medicamentos, una pérdida de peso importante, el estrés o el exceso de ejercicio tienen la capacidad de alterar el ciclo menstrual y, consecuentemente, ocasionar la falta de regla.
Menstruaciones abundantes
En caso de que la regla dure más de una semana, la cantidad de sangre sea muy abundante (cuando es necesario cambiar la compresa en menos de tres horas) o varíe respecto a lo que era habitual hasta el momento, hay que investigar el motivo y, por tanto, acudir al ginecólogo.
La menorragia, tal y como se conoce a las menstruaciones abundantes o prolongadas, puede deberse a alteraciones en la producción normal de hormonas en los ovarios, pero también a la presencia de quistes ováricos, miomas o pólipos (tumores que suelen ser benignos) en el útero o endometriosis (cuando el tejido que normalmente recubre la matriz crece en alguna otra parte del cuerpo).
Asimismo, este sangrado excesivo puede estar provocado por patologías no específicamente ginecológicas como son las alteraciones de la coagulación o medicamentos que afecten a esta.
No obstante, también hay que tener en cuenta que es habitual que al principio de la etapa reproductiva, las menstruaciones puedan ser más abundantes, así como a medida que se acerca la menopausia.
Menstruaciones irregulares
Cuando la menstruación aparece en intervalos de entre 21 y 35 días, se considera que está dentro de la regularidad. Sin embargo, las reglas pueden no seguir siempre un mismo patrón o bien ocurrir fuera de estos parámetros de normalidad.
Esto es habitual durante los primeros años tras la aparición de la regla. Al mismo tiempo, a partir de cierta edad, las menstruaciones irregulares pueden indicar que la etapa reproductiva va finalizando y, por tanto, se acerca la menopausia.
No obstante, cuando los periodos irregulares se alargan más allá de la pubertad o, en la etapa fértil, la regla tarda más de dos meses en presentarse, hay que estudiar los posibles motivos.
Otras de las causas pueden ser un inadecuado funcionamiento de los ovarios, problemas dentro del útero, el cérvix o la vagina, causas genéticas o alteraciones de distintas hormonas.
En estos casos, hay que vigilar que estas reglas irregulares no sean repetitivas y de ciclos cortos para que no se produzca anemia. También hay que acudir al médico, si estos periodos van acompañados de sangrado abundante y de más de una semana de duración, así como de fuertes dolores o retortijones abdominales.
Dolor abdominal
Es normal sentir ciertas molestias en diferentes etapas del ciclo. Concretamente, durante la ovulación, el periodo premenstrual y la menstruación. Es lo que popularmente se conoce como ‘dolor de ovarios’ y se localiza en la parte baja del abdomen.
No obstante, ante un dolor intenso, persistente o que no cede con la toma de analgésicos convencionales, hay que consultar con el médico. Es importante insistir en ello, porque muchas mujeres creen que el dolor es normal, cuando en realidad puede ser señal de algún problema en los ovarios o el útero, pero también de tipo digestivo o urinario, entre otros.
De hecho, la endometriosis es una enfermedad que suele caracterizarse por la presencia de dolor abdominal agudo, de forma continuada y que puede aparecer en cualquier momento.
Cuando se trata de un dolor menstrual leve o moderado, más allá de tomar analgésicos, aplicar calor en el abdomen puede ser de ayuda. En caso de que los cólicos sean de sordos a muy fuertes, es fundamental investigar las posibles causas para dar con el diagnóstico adecuado. También son señales de alerta el dolor en las relaciones sexuales o al ir al baño, así como el dolor pélvico y el lumbago.
Exceso de vello
Si se produce una alteración en el funcionamiento de los ovarios, estos pueden producir un exceso de andrógenos, las llamadas hormonas sexuales masculinas.
Como consecuencia, puede aparecer hirsutismo. Es decir, un crecimiento excesivo del vello en zonas propias de los hombres como son el rostro, el pecho o el abdomen. También, en la espalda, la areola mamaria o la línea alba.
El hirsutismo es un síntoma habitual en personas que sufren el síndrome de los ovarios poliquísticos, un trastorno en el que se producen más andrógenos de lo normal.
Esta afección puede ir acompañada de retrasos menstruales y un patrón ecográfico típico en los ovarios. También puede causar desde manifestaciones leves como el acné, hasta otras de más severas como la diabetes mellitus. Además, puede contribuir a la infertilidad. Por ello, el diagnóstico y el tratamiento precoz del síndrome de los ovarios poliquísticos es clave.
Sin embargo, tener mucho pelo en las piernas, los brazos u otras partes del cuerpo donde es habitual en la mujer se debe a cuestiones genéticas, por lo que no hay que preocuparse.
Esperamos que este post os haya servido de ayuda y, sobre todo, para que no os resignéis a vivir con dolor o asumiendo como normales molestias de la regla que no deberían ser tales o que se pueden mitigar.