Congelar óvulos para preservar la fertilidad

preservar la fertilidad

Hace poco, en una reunión con amigas (todas mayores de 30 años) empezamos a hablar sobre el tema de la maternidad y la presión del reloj biológico una vez pasada la barrera de los treinta. Me hace mucha gracia (y a la vez, me enternece), porque a medida que hemos ido entrando todas en la treintena, el ser madre se ha vuelto en uno de los temas de conversación más recurrentes.

Discutíamos sobre la ‘presión social’ que podemos sentir las mujeres para convertirnos en madres a partir de cierta edad. Está claro que existe, pero yo personalmente no creo que la llegue a sufrir. Nuestras familias nunca nos han puesto ‘presión’ (y estoy convencida de que no lo harán jamás), ni tampoco nadie de nuestro entorno. Es cierto que hay amigos (sobre todo los que ya tienen hijos) o conocidos nuestros que, cada vez que nos ven, nos preguntan cuándo vamos a querer tener niños (y eso que acabo de cumplir los treinta). Sin embargo, siempre me ha parecido que lo hacían de forma muy cariñosa, nunca con la intención de decirme «espabila, que ya te toca». Eso sí, espero no tener que oír jamás, de nadie, la recurrente (y horrible) expresión de «se te va a pasar el arroz».

En esta reunión con amigas, yo defendía que, más bien, creo que las mujeres de hoy en día muchas veces nos vemos empujadas al contrario, a no tener hijos o a retrasar mucho la maternidad. Solo hay que ver las estadísticas… tenemos menos niños, nos embarazamos más tarde y, cada vez más, necesitamos recurrir a técnicas de reproducción asistida para conseguirlo. A nivel personal, conozco varias parejas que han pasado por mucho hasta conseguir convertirse en padres y algunas amigas que, pese a que deseaban ser madres, han acabado renunciando a ello.

Hay muchos factores para que esto ocurra. Más allá del contexto económico y las pocas políticas específicas de apoyo a la familia, las mujeres de hoy hemos estudiado, hemos trabajado duro para formarnos bien, nos gustaría dedicarnos a aquello para lo que nos hemos preparado tanto y queremos tener las mismas oportunidades a nivel laboral (bueno, en todo, evidentemente) que los hombres.

Esto no debería ser, para nada, incompatible con la maternidad. Pero la realidad es que, para las mujeres, la conciliación es la mayoría de veces una utopía (aunque también creo que es posible y, por suerte, tengo ejemplos a mi alrededor). Por el contrario, se de varias amigas a las que, en entrevistas de trabajo, les han preguntado, sin tapujos, si ser madres entraba en sus planes…

El hecho es que, a pesar de que es un tema muy incómodo y aun bastante tabú, nuestra fertilidad como mujeres está limitada. Y, desafortunadamente, los mejores años para tener hijos (aquellos en los que se dan las condiciones óptimas para procrear) coinciden generalmente con aquellos en los que nos queremos dedicar a formarnos y progresar en nuestro trabajo. Asimismo, según diferentes estudios, las mujeres con más formación y que desempeñan cargos de mayor responsabilidad suelen estar menos predispuestas a tener hijos, tienen menos y los tienen más tarde para poder mejorar su carrera profesional o por la dificultad de conciliar.

Actualmente, además, el concepto de ‘familia’ también ha cambiado mucho. Nos emparejamos (formalmente) más tarde, hay mucha más diversidad en todos los sentidos… Yo misma tengo un matrimonio medio a distancia, por tema de trabajo, en el que nos vemos obligados a pasar mucho tiempo separados. Por suerte, cada vez es menos 😉 . Pero sé que nuestra situación sería algo impensable tan solo unos pocos años atrás.

La congelación de óvulos

Hace un tiempo hice un reportaje sobre la congelación de óvulos, un proceso también conocido como vitrificación o criopreservación de ovocitos. Tal y como me explicaron entonces los diferentes especialistas que entrevisté, se trata de una técnica de reproducción asistida que se usa desde ya hace años sobre todo en mujeres que deben empezar tratamientos médicos que puedan afectar a su función ovárica y, por tanto, a su capacidad reproductiva. Es el caso, por ejemplo, de mujeres que deben iniciar un tratamiento de quimioterapia o radioterapia debido a un cáncer u otras enfermedades, o someterse a cirugías que comporten una pérdida importante de tejido ovárico, como en la endometriosis severa o los quistes ováricos.

En los últimos tiempos, no obstante, este tratamiento se ha ido extendiendo como consecuencia de lo que los médicos llaman ‘motivos sociales’. Es decir, en mujeres sanas que desean preservar su fertilidad, porque quieren posponer la maternidad por diferentes razones.

El perfil de estas pacientes suele ser el de mujeres que se acercan a los cuarenta, sin pareja, pero que esperan encontrar a la persona adecuada con la que convertirse en madres. O bien que se plantean la posibilidad de asumir la maternidad más adelante y en solitario a través de un donante de semen. Aunque no es lo más frecuente, también hay jóvenes con pareja que desean retrasar la llegada de un hijo por razones personales o profesionales.

Lo cierto es que, con el paso del tiempo, la fertilidad de la mujer se reduce considerablemente y debido al envejecimiento de los ovarios, no solo es más difícil conseguir un embarazo, sino que en caso de que este se produzca, hay menos posibilidades de que nazca un niño sano. Duro, pero es la realidad.

El hecho es que las mujeres, a diferencia de los hombres, nacemos con todas las células reproductivas (óvulos u ovocitos) que dispondremos a lo largo de nuestra vida reproductiva. A medida que pasan los años, esta dotación de óvulos va disminuyendo progresivamente, con lo que, generalmente a los 35 años nos queda solamente el 10% de la reserva total aproximadamente.

Pero el problema no es solo que, con la edad, disminuya el número de ovocitos, sino que su calidad también empeora y, por tanto, aumenta la incidencia de alteraciones cromosómicas que impedirán el embarazo o causarán abortos espontáneos; o bien darán lugar a embriones con anomalías, lo que significa que el niño que nazca puede verse afectado por alguna patología… De hecho, según me contaron, es frecuente que una mujer de 38-40 años ya haya agotado la reserva de óvulos capaces de dar lugar a un niño sano.

Todos sabemos de alguien que se ha quedado embarazada de forma espontánea, pasados los cuarenta y ha tenido un embarazo sin problemas y un bebé sano. Evidentemente, cada persona es un mundo. Estos datos son una referencia y claro está que hay mujeres que pueden agotar su reserva antes o mucho después.

Actualmente, las mujeres suelen recurrir a la congelación de óvulos cerca de los cuarenta, si bien lo óptimo hubiera sido, tal como aconseja la Sociedad Española de Fertilidad, cuando todavía existe una adecuada reserva ovocitaria, antes de los 35-38 años.

Por suerte, creo que cada vez hay más concienciación sobre las consecuencias de retrasar tanto la maternidad y más información sobre las posibilidades de preservación de la fertilidad.

No puedo hablaros del proceso de congelación de óvulos en primera persona, pero por lo que me contaron tanto médicos como las chicas que sí se habían sometido a este proceso de vitrificación de ovocitos, este es relativamente sencillo.

En primer lugar, se necesita un tratamiento de estimulación hormonal de los ovarios para conseguir la maduración de los ovocitos para, posteriormente, poderlos extraer y ‘congelar’. En la mayoría de casos, esta estimulación se hace mediante inyecciones subcutáneas (justo bajo la piel) que puede ponerse la propia paciente durante alrededor de 10 días. Mientras dura el tratamiento, se puede tener cierta sensación de hinchazón o leves molestias abdominales, pero por lo general no causa efectos secundarios de relevancia. Una vez los óvulos han madurado en los ovarios, estos se aspiran vía vaginal bajo sedación para, a continuación, ser vitrificados.

El número de óvulos que se obtienen es muy variable en cada mujer, pero acostumbran a ser alrededor de diez. Según me contaron, es un procedimiento rápido e indoloro que permite volver a casa al cabo de unas horas. Se recomienda que tras la aspiración se guarde reposo el resto del día, pero al día siguiente ya se puede hacer vida normal.

congelacion de ovulos

congelar ovulos

vitrificacion de ovulos

Una vez congelados, los óvulos pueden permanecer almacenados el tiempo necesario. En el momento que se decide buscar el embarazo – no es aconsejable posponer la gestación más allá de los 50 años, ya que con la edad se incrementan las complicaciones durante el embarazo – se descongelan los ovocitos y se inseminan con los espermatozoides para obtener el embrión o los embriones que serán transferidos en el útero.

Como me comentó una de las chicas que entrevisté, la congelación de óvulos puede ser, para muchas mujeres, “un as en la manga. Una carta que puede que no llegues a utilizar nunca, pero que tienes guardada por si la necesitas”, así como “una manera de quitarnos presión a nosotras mismas al poner en pausa, de algún modo, el tictac del reloj biológico”.

El problema de la vitrificación de óvulos es que puede ser, para muchas mujeres, un procedimiento caro: el importe total suele rondar los 3.000 o 4.000 euros. Un precio al que hay que sumar, dependiendo de las clínicas, la cuota de mantenimiento anual por la criopreservación y que puede rondar los 300 o 400 euros. Además implica, en el caso de utilizar estos ovocitos, el someterse más adelante a un tratamiento de fecundación in vitro, que también tiene un coste elevado.

Test de fertilidad

Hay una opción previa a la congelación de óvulos, que a mí me parece muy interesante, para aquellas mujeres más jóvenes que no se plantean aun, por edad, la preservación de la fertilidad, pero que saben que les gustaría tener hijos biológicos a medio o largo plazo. Consiste en una especie de ‘test de fertilidad‘ que permite, en función de los resultados, tomar decisiones a tiempo.

Se necesita tan solo nuestro historial clínico, una analítica hormonal específica y un estudio ecográfico. Con estas pruebas nuestro ginecólogo ya podrá hacer una estimación precisa sobre el estado de la reserva ovárica y, por tanto, ofrecer un pronóstico sobre nuestras posibilidades actuales y futuras de conseguir un embarazo.

Pongamos, por ejemplo, a una pareja de 32 años a la que le gustaría esperar todavía un tiempo antes de intentar tener el primer hijo. Puede que la edad cronológica de la chica se corresponda con su edad ovárica y que, por tanto, cuenten con cierto margen. Sin embargo, también puede ser que la mujer tenga unos ovarios envejecidos prematuramente y en consecuencia, una reserva ovárica baja respecto a su edad. Con esta información, la pareja puede decidir adelantar sus planes de convertirse en padres e intentar conseguir un embarazo de forma espontánea, o bien preservar su fertilidad gracias a la vitrificación de ovocitos para poder tener hijos biológicos en un futuro.

A veces, este tipo de informaciones pueden llegar a agobiarnos y ponernos incluso más presión. Pero sinceramente, creo que, en salud reproductiva, es muy importante tener toda la información posible para poder decidir a tiempo y, sobre todo, para poder tener margen de maniobra. Si tenéis dudas sobre cualquier aspecto relacionado con vuestra fertilidad y las posibilidades de convertiros en madres, consultadlas abiertamente con vuestro ginecólogo. Afortunadamente, hoy en día se ha evolucionado muchísimo en este campo y hay muchas posibilidades.

* Fotos del Institut Marquès

Rosa Lecina

Periodista de salud, belleza y bienestar. Lo que más me gusta de mi trabajo es que me permite aprender cosas nuevas cada día y poder compartirlas con los demás. Desde Santium espero poder descubriros todo aquello que nos ayude a vivir una vida más sana. Podéis contactarme en: blogsanitum@gmail.com

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