Aunque disfruto con cada estación del año, lo que peor llevo en otoño e invierno es que los días sean tan cortos.
Desde que empecé a combinar los estudios en la universidad con las prácticas, recuerdo muchos días en los que apenas veía el sol, porque tenía que levantarme de madrugada y llegaba a casa ya de noche. Seguro que todos los que vivís lejos de vuestro lugar de trabajo os sentís identificados…
Para mi, la diferencia entre empezar el día con la luz del sol o cuando todavía es de noche es enorme, sobre todo a nivel de energía y estado de ánimo. ¿A vosotr@s también os pasa?
Parece ser que el motivo es que en otoño, al disminuir las horas de sol, nuestro organismo produce más melatonina (la hormona que ayuda a nuestro cuerpo a saber cuándo es momento de dormir y cuándo tenemos que despertarnos) y eso hace que nos sintamos más somnolientos. A su vez, baja la producción de serotonina (sustancia química responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo) y por ello puede que nos encontremos más tristes o decaídos.
Hace un tiempo leí en un artículo que la alimentación puede ser ayuda para mitigar los efectos de lo que se conoce como astenia otoñal, un estado temporal que se caracteriza por un mayor cansancio, apatía, mal humor, falta de sueño o de concentración como consecuencia de la reducción de las horas de luz que se produce en otoño.
En concreto, hacía referencia al triptófano, un aminoácido esencial que interviene en la producción de serotonina. Por ello, recomendaban consumir alimentos con triptófano para ayudar a mejorar el estado de ánimo a medida que va aumentando la serotonina en el cerebro y la sensación placentera que esta provoca.
Algunos de los alimentos ricos en triptófano son los huevos, los lácteos, el pescado, la carne, las legumbres, los frutos secos y frutas como el plátano, la piña, las ciruelas o el aguacate.
No obstante, para que estos alimentos consigan hacernos más felices, conviene combinarlos con carbohidratos, que se convierten después en glucosa (azúcar). Diferentes estudios han determinado que se necesita el consumo de hidratos de carbono para que nuestro organismo pueda aprovechar y potenciar el triptófano de los alimentos y poder acabar promoviendo la producción de serotonina. Pero, ojo, todo con moderación para no pasarnos con el azúcar.
Y como no, en una dieta para el buen humor no puede faltar el chocolate. Además de contener triptófano, contiene sustancias estimulantes del placer y la satisfacción relacionados con las endorfinas (conocidas también como las ‘hormonas de la felicidad’). Además, dos cuadraditos de chocolate negro puro a media mañana o por la tarde no solo pueden mejorar nuestro estado de ánimo, sino que también nos aportan flavonoides, antioxidantes naturales.
