¿Adictos a los alimentos con glutamato?

alimentos con glutamato

¿No os pasa que, al abrir una bolsa de patatas fritas, no podéis parar de comer hasta acabaros la última? Uno de mis placeres ‘culposos’ son precisamente este tipo de snack (y no justamente las opciones más ‘saludables’) y confieso que pocas veces consigo controlarme con la dosis y acabo comiéndome la bolsa entera. Lo mismo me pasa con marcas muy conocidas de kikos y pipas, otros aperitivos que también me encantan. Por suerte, los como muy ocasionalmente. Aun así, es cierto que me apetecen más cuando estoy más apática o decaída y quiero ‘premiarme’ con alguna chuchería (yo soy más de salado que de dulce).

En las últimas semanas, quizás habéis oído hablar, en los medios de comunicación o las redes sociales, de una sustancia llamada glutamato monosódico. Se trata de un ingrediente ampliamente utilizado en la industria alimentaria y que es precisamente el responsable de otorgar a los alimentos un sabor casi adictivo que nos impide dejar de comerlos. Como intuiréis, está presente en la mayoría de las patatas fritas, snacks y productos de aperitivo, pero también en salsas, sopas de sobre y muchos otros alimentos procesados.

Según explica Laura Esquius, profesora de Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), «este aditivo alimentario actúa como saborizante, es decir, hace que los alimentos aumenten su palatabilidad y esto, a su vez, nos crea más ganas de seguir comiéndolos». Vistos sus efectos, no nos debe sorprender que la industria alimentaria haya apostado por explotar este sabor. Las cifras lo demuestran: hace cuarenta años se producían 200.000 toneladas de glutamato monosódico y hoy se producen más de 3.000.000 de toneladas.

Además, al otorgar a los alimentos un sabor conocido como umami, los alimentos con glutamato provocan secreción salival, aumentan el hambre y no sacian. «El umami activa y envía señales al cerebro, provoca placer, satisfacción y nos hace sentir que lo que comemos es sabroso y deseable», añade Diego Redolar, neurocientífico de la UOC. Sus efectos no acaban aquí: impacta en el comportamiento, las emociones y el control del estado de ánimo.

Pero ¿cómo podemos saber qué alimentos incluyen este potenciador del sabor? Lo cierto es que el glutamato monosódico está presente en muchísimos alimentos procesados y puede resultarnos complicado identificarlo en el etiquetado, ya que se esconde bajo unos 50 nombres distintos. Entre los más comunes, E-621, MSG, extracto de levadura, proteína hidrolizada, ácido glutámico y caseinato de sodio o de calcio.

Se estima que el consumo medio de este aditivo es de entre 5 y 12 gramos diarios. «Las industrias alimentarias usan este potenciador para mejorar el producto final y aumentar los niveles de consumo; por eso se utiliza tanto en productos manufacturados», afirma Victòria Agulló, también profesora de Salud de la UOC. En este sentido, el informe de Market Research sobre el mercado del glutamato prevé que en el año 2020 este aditivo genere unos ingresos de 5.850 millones de dólares, creciendo a una tasa anual del 4,5% entre 2015 y 2020.

Según Agulló, los síntomas asociados con el consumo de glutamato se conocen como ‘síndrome del restaurante chino’ y producen ardor, hormigueo, dolor de cabeza o dolores en el pecho.

De hecho, un estudio con ratas demostró que este aditivo modifica el patrón de conducta del hambre y la saciedad produciendo un aumento de la voracidad de hasta un 40%. Esto se debe a que el glutamato actúa sobre las neuronas de una región cerebral denominada el núcleo arcuato e impide el buen funcionamiento de los mecanismos inhibidores del hambre.

En ese sentido, «las investigaciones confirman que esta sustancia activa un conjunto de neuronas de nuestro cerebro que constituyen lo que llamamos sistema nervioso del refuerzo que provoca, entre otras cosas, que la conducta se vuelva a repetir» añade Diego Redolar. Asimismo, otro estudio demuestra que los individuos que consumen alimentos con glutamato tienen más tendencia a comer productos que lo contienen. Un alto consumo de glutamato se ha relacionado también con un peor desarrollo de ciertas enfermedades como el alzheimer, la depresión, el autismo o la esclerosis múltiple.

A pesar de ello, las industrias alimentarias tienen el visto bueno de las administraciones para utilizar esta sustancia: es considerada inocua tanto por las agencias de salud de Norteamérica como por las europeas.

Así pues, ahora ya sabemos por qué «cuando haces pop, ya no hay stop» 😉 . A pesar de ello, intentad reducir al máximo el consumo de este tipo de alimentos y, si los coméis, tened presente que probablemente contienen glutamato y que os será difícil comer tan solo unos pocos.

Rosa Lecina

Periodista de salud, belleza y bienestar. Lo que más me gusta de mi trabajo es que me permite aprender cosas nuevas cada día y poder compartirlas con los demás. Desde Santium espero poder descubriros todo aquello que nos ayude a vivir una vida más sana. Podéis contactarme en: blogsanitum@gmail.com

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