La transpiración es una función natural del organismo que ayuda a regular la temperatura corporal, a la vez que elimina las toxinas. Es molesta, y más en los meses de verano en los que nos encontramos, y aunque resulta importante controlarla, ha de hacerse siempre de una forma natural para no interferir en los procesos químicos de su funcionamiento.
LA IMPORTANCIA DE LA SUDORACIÓN
Cuando el cuerpo necesita regular la temperatura hace uso de la transpiración. Siempre se debe mantener en un intervalo entre los 36,5 a 37,2° centígrados. Por tanto, el sudor es una reacción del cuerpo cuando se enfrenta al calor, pero este también puede aparecer en situaciones de estrés, esfuerzo físico u otros estímulos externos. Sin embargo, las temperaturas elevadas que hemos sufrido en las últimas semanas provocan una eliminación a través del sudor de vitaminas y minerales esenciales para nuestra salud. También hay que tener en cuenta la pérdida de agua, por eso la importancia de la hidratación, además de aceite, bacterias y piel muerta.
SUSTANCIAS QUE ALTERAN LA TRANSPIRACIÓN NATURAL
Los desodorantes convencionales están compuestos de sustancias alterantes. Hay agentes antimicrobianos, como por ejemplo el triclosan, que impiden la reproducción de los microorganismos. Se ha venido utilizando en los últimos 40 años como conservante y antiséptico en una amplia variedad de productos. En especial lo encontramos en jabones, espumas de afeitar, champús, cremas corporales, lociones y desodorantes. El triclosan modifica la flora bacteriana al tratarse de un potente agente antibacteriano y fungicida.
Otra sustancia muy presente en los desodorantes son las sales de aluminio, las cuales frenan la producción de sudor, interfiriendo directamente en la regulación de la temperatura corporal y en la eliminación natural de toxinas. Su uso continuado puede producir un taponamiento de los poros, dando lugar a irritaciones y rojeces al impedir que la piel respire libremente.
DESORODANTES 100% NATURALES
Distintas marcas de desodorantes se anuncian como 100% naturales. Su funcionamiento se basa en el respeto hacia el manto protector de la piel. Se componen de aceites esenciales naturales como el de salvia o limón, aceites vegetales como el del árbol del té y extractos como el de regaliz, el cual posee propiedades astringentes, antibacterianas y antisépticas.
La mayoría de estos productos tienen una eficacia probada científicamente, además de una altísima tolerancia dermatológica incluso en aquellas pieles muy sensibles. Asimismo, respetan el medio ambiente al carecer de los típicos aerosoles que dañan la capa de ozono.