Hace poco, aquí en Sanitum, este blog de alimentación y vida sana, os preguntábamos si comíais pescado de forma habitual y compartíamos una noticia que nos sorprendió bastante: en el mundo, ya se consume más pescado procedente de la acuicultura que capturado.
También os contaba que a mí me encanta el pescado (y el marisco), pero que debería comerlo con más frecuencia. En casa, lo cierto es que todos disfrutamos mucho consumiéndolo de diferentes formas y lo cocinamos más de dos veces a la semana. Sin embargo, desde que vivo en Estados Unidos, mi consumo de pescado ha disminuido mucho y se limita básicamente al salmón y el atún en conserva.
El problema es que trato de comprar siempre salmón salvaje. Sobre todo, por contener más cantidad de vitamina D. De hecho, hay estudios que apuntan que el salmón de piscifactoria contiene hasta un 25% menos de este nutriente. No obstante, el precio del primero es muy superior. En el caso del atún, intento que esté conservado en aceite de oliva, porque el enlatado en agua no me entusiasma, la verdad.
Aunque no se trate de algo nuevo, la Asociación Americana del Corazón ha confirmado recientemente los beneficios de los ácidos grasos omega-3 del pescado para la salud cardiovascular. En ese sentido, recomienda comerlo al menos entre una y dos veces por semana, especialmente el pescado azul.
En ese sentido, los expertos explican que las últimas investigaciones permiten reafirmar no solo los efectos beneficiosos del pescado y marisco en la prevención de enfermedades cardiovasculares, sino también de los infartos, la insuficiencia cardíaca y la muerte súbita.
Concretamente, para obtener todos los beneficios de comer pescado, la Asociación Americana del Corazón recomienda comer dos porciones de 3,5 onzas (1 kilo) de pescado no frito, o 3/4 tazas de pescado troceado (por ejemplo, atún o salmón enlatado) cada semana.
De hecho, comer al menos una ración de pescado a la semana sería mejor para la salud cardiovascular que no comerlo nunca, especialmente si esta sustituye alimentos ricos en grasa saturada, sal o azúcares añadidos.
Debido a estos resultados, algunos expertos sugieren incluso que los vegetarianos quizás deberían considerar seguir una dieta pescetariana, ya que no incluye carne, pero sí pescado. Lo proponen, porque algunos estudios muestran que este colectivo podría experimentar un beneficio al hacerlo.
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que los ácidos grasos omega-3 del pescado serían muy beneficiosos para el corazón al disminuir el riesgo de ritmos cardíacos anormales que podrían desencadenar en una muerte súbita, reducir los niveles de triglicéridos en sangre y retardar el crecimiento de los depósitos de grasa que obstruyen las arterias.
Por todo ello, deberíamos tratar de incluir en nuestra dieta más platos con salmón, caballa (¡me encanta!), sardinas, atún, bonito… Y, cuanta más variedad, mejor. Así evitamos el ‘aburrimiento’, aunque yo lo comería todos los días. Es cierto que el pescado blanco y el marisco contienen también omega 3, pero este nutriente está presente en mucha menos cantidad.
Eso sí, cuidado con ciertos tipos de pescado azul de gran tamaño como el tiburón o el pez espada, porque pueden contener una alta cantidad de mercurio. Esto es sobre todo problemático en el caso de las mujeres embarazadas, ya que esta sustancia podría dañar el desarrollo cerebral del feto, y los niños pequeños.
En ese sentido, la Asociación Española de Pediatría también desaconseja el consumo de los pescados citados (a pesar de que son muy poco consumidos en España) y solo aprueba aquellos pescados azules de pequeño tamaño, con raciones de menos de 50 g, en niños mayores de 3 años.
Para los adultos sanos, los expertos coinciden en que los beneficios de de comer pescado son mucho más altos que los posibles riesgos que podrían causar ciertos componentes presentes en este alimento.
A pesar de lo que os he comentado al principio sobre la vitamina D, la Asociación Americana del Corazón apunta que en el caso de los ácidos grasos omega 3, este nutriente podría estar incluso en mayor cantidad en el salmón y la trucha de piscifactoria que en los salvajes. Aun así, también señalan que a medida que la acuicultura crece, la producción de pescado debería estar estrechamente controlada para poder asegurar que se trata de granjas que respetan al medio ambiente y que aseguran unos niveles de omega 3 similares a los presentes en el pescado salvaje.
En mi caso, me encanta comer el pescado de todas formas, pero generalmente lo cocinamos al horno con verduras. Sobre todo, para cenar. ¿Cómo lo preparáis vosotros normalmente? ¿Lo coméis de forma habitual?