Con la entrada de la primavera y, por consiguiente, el crecimiento de las temperaturas de manera progresiva, es muy probable que aumentemos nuestro paso por la ducha. Aun así, personas de todo el mundo, en especial en países como España, México y Estados Unidos, practican la costumbre de ducharse una vez al día. Según algunas estadísticas, en Brasil, en el que las temperaturas superan fácilmente los 38 grados en el periodo estival, algunas personas pueden llegar a ducharse más de once veces por semana. ¿Estamos ante una convención social o una cuestión de higiene? En el artículo de hoy intentaremos arrojar luz sobre este asunto.
En España, por ejemplo, el hábito diario con la ducha se ha venido imponiendo en las últimas tres o cuatro décadas. A decir verdad, no existe un riesgo grave para nuestra salud si nos saltamos el baño algún día, pero no hacerlo durante dos días seguidos puede incurrir en aspectos desagradables. En especial la presencia de bacterias, gérmenes y malos olores.
Uno de los principales problemas es el mal olor. Este no es producido en sí por el sudor, sino más bien por los gases que producen las bacterias después de ingerir ácidos y proteínas. No ducharse implica no eliminar esas bacterias.
La ducha diaria es obligatoria si padecemos problemas de piel. Aquellas personas con eccemas conseguirán reestablecer la humedad que la piel necesita. En este sentido, el lavado del cabello vendría a ser lo mismo. No ducharse implica la acumulación de grasa, células sucias y muertas, y, por lo tanto, puede dar lugar a picazón y sequedad en el cuero cabelludo.
Estos hábitos de higiene han sido cuestionados por varios estudios que desaconsejan ducharse todos los días. En 2014 se publicó un estudio encabezado por el doctor Richard Gallo de la Universidad de California que pone en entredicho este hábito. Su investigación se centra en la llamada capa córnea, es decir, la capa más externa de la piel, la cual puede verse dañada por el uso excesivo de agua y jabones. Esta capa es uno de los principales bastiones de defensa de nuestro cuerpo y en ella habitan una serie de bacterias beneficiosas cuya función consiste en combatir infecciones.
Otros estudios buscan una mayor conciliación. Vicente Alonso, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología, admitió que “la frecuencia debe adecuarse a cada persona”. Es determinante saber la actividad física de cada individuo y el clima del entorno en el que se mueve habitualmente. Vendría a justificar entonces la práctica brasileña de ducharse once veces o más a la semana.
La mayoría de los estudios coinciden en que abusar de los jabones y del agua puede dar lugar a una piel seca e irritada. No por estar más limpios estamos más protegidos contra los microorganismos externos que atacan la piel.
En conclusión, tenemos que poner en una misma balanza los hábitos de higiene, salud y los convencionalismos sociales.
