Entre los problemas oftalmológicos de la población en edad avanzada se encuentra el síndrome del ojo seco. Se trata de una enfermedad muy poco conocida por la gente, pero puede llegar a afectar al 10-30 % aproximadamente. En ella se ve alterada la lágrima y la superficie ocular, dando lugar a importantes molestias y alteraciones de índole visual. No es una enfermedad grave, aunque debe ser tratada y cogida a tiempo ya que afecta de manera significativa a la calidad visual. Se ha descubierto que esta dolencia empeora en los meses más fríos y ha aumentado su incidencia durante la pandemia.
Estos son algunos de los síntomas que se describen asociados al ojo seco:
- Tener los ojos rojos.
- Escozor, picor y quemazón ocular.
- Sensación de arenilla, como si tuviéramos un cuerpo extraño.
- Visión borrosa que obliga a parpadear varias veces para mejorarla.
Es una enfermedad que va mucho más allá del simple hecho de no tener lágrima. Su consulta es muy frecuente en oftalmología y, debido a su complejidad, requiere de un tratamiento hecho a medida del paciente. Su aparición suele producirse a partir de los 50 años, y en especial entre las mujeres. La menopausia es causa directa de la disminución de la producción lagrimal.
Recientes estudios han concluido que las personas jóvenes también lo sufren, sobre todo por el uso continuado de pantallas. Durante su uso disminuye el parpadeo y, por lo tanto, el lagrimeo natural. Por ello se recomienda realizar descansos de carácter visual cada 20 minutos. Durante estos debemos parpadear y mirar lo más lejos posible en un intervalo de unos pocos segundos. El abuso de pantallas da lugar a un padecimiento avanzado de la enfermedad.
La producción de lágrimas está muy relacionada con el clima. Las temperaturas frías hacen que disminuyan dando lugar a una mayor sequedad ocular. El invierno es un enemigo de la hidratación. En estos casos hay que aumentar el parpadeo para favorecer de forma natural la producción de lágrimas. Los especialistas también recomiendan la instalación de humidificadores en las casas y en los lugares de trabajo. Y recuerda que el uso de calefacciones tampoco ayuda a mejorar esta dolencia.