Se estima que, en 2020, una de cuatro parejas tendrá problemas para ser padres de manera natural. De hecho, ya nos preguntamos aquí, en Sanitum, si somos cada vez más infértiles.
Aunque haya distintas causas, lo cierto es que el principal motivo es el retraso de la maternidad a edades cada vez más avanzadas.
De este modo, es importante concienciarnos acerca de aquello que podemos hacer para no encontrarnos con un diagnóstico de infertilidad, cuando ya sea demasiado tarde.
En este sentido, desde Clínicas Eva, sus directores médicos, los doctores César Lizán y Flavia Mancini, han querido elaborar un decálogo para proteger la fertilidad.
- Lo fundamental, en el caso de la mujer, es no dejar avanzar el reloj biológico, confiando en la falsa creencia de que mientras se menstrúa se es fértil. Según los especialistas, la capacidad de concebir disminuye a los 27 años y a los 35 se reduce considerablemente.
- No hay que dejarse llevar por generalidades. Cada mujer es distinta y debe informarse de su caso particular mediante un estudio de fertilidad, que consiste en una analítica hormonal y una ecografía vaginal. Con estos datos se conocerá el estado de la reserva ovárica, es decir el número de óvulos y su calidad. Lo habitual, en una mujer de 35 años, es tener unos doce folículos antrales, las bolsitas que llevan dentro los ovocitos (óvulos), pero llegados los 40, ya se considera una buena reserva contar con diez folículos.
- Los hábitos de vida son fundamentales. El tabaquismo perjudica las posibilidades de embarazo. La nicotina reduce la vascularización uterina y ovárica, lo que influye de manera negativa en la calidad de los óvulos y dificulta la implantación embrionaria. Asimismo, la fertilidad masculina también pueden ver afectada por este hábito nocivo: la movilidad espermática disminuye en los hombres que fuman más de 10 cigarrillos al día. Así pues, ya tenemos un motivo más para dejar de fumar.
- Mantener a raya el estrés resulta también vital, puesto que contribuye a la producción de una hormona, el cortisol, que inhibe la liberación de otra hormona, la LH (hormona luteinizante). Esta hormona es la que desencadena la liberación del óvulo, así que en mujeres muy estresadas se pueden observar trastornos de la ovulación. Incluso pueden desarrollar una condición crónica conocida como amenorrea funcional hipotalámica en que la menstruación desaparece por completo.
- En este sentido, la práctica deportiva es útil, porque favorece la liberación de endorfinas. La excepción es la profesionalización, es decir, las deportistas femeninas de élite, que pueden tener problemas de fertilidad. De hecho, el 20% de las mismas padecen problemas de amenorrea o retirada de la regla. Las corredoras son las más afectadas.
- La alimentación tiene mucho que decir en la implantación y posterior desarrollo de la gestación. La vitamina D ayuda a la implantación embrionaria, así que, sobre todo durante el invierno, cuando la exposición solar es mínima, tenemos que comer alimentos ricos en este nutriente. Por ejemplo, el salmón, el atún, el tofu y la leche de soja. Además, hay muchos alimentos fortificados con vitamina D como los cereales, la leche y el yogur. Para ellos, son beneficiosos los alimentos ricos en antioxidantes, porque ayudan a mejorar la movilidad espermática. Los arándanos, los frutos secos (precisamente, la relación entre nueces y fertilidad masculina se ha estudiado y su consumo parece tener un efecto beneficioso sobre los espermatozoides), las legumbres, los cítricos, las uvas, las sardinas… Todos ellos son alimentos antioxidantes que no deberían faltar en la dieta.
- En los hombres influye de manera negativa la exposición a determinadas sustancias contaminantes relacionadas con el trabajo que realizan. Sustancias como pesticidas, plásticos, productos químicos industriales y combustibles, entre los que se encuentran los conocidos como disruptores endocrinos, son perjudiciales, ya que pueden realizar acciones similares a hormonas como estrógenos, andrógenos, hormonas tiroideas o esteroideas.
- La agresividad de terapias contra el cáncer, la quimioterapia y la radioterapia, pueden provocar infertilidad, por lo que se recomienda preservar el material genético reproductivo para su posterior utilización una vez superada la enfermedad. Hablamos de la criopreservación del semen en el caso de los hombres y la vitrificación de óvulos en el caso de la mujer.
- Es preciso, advierten los expertos, tener precaución con ciertas medicinas. Justamente aquí, en este blog de salud, nos hicimos eco de la noticia sobre la noticia de los medicamentos que reducen la fertilidad. Probablemente, y como ha sido puesto de manifiesto recientemente por nuevas publicaciones, los AINEs (antiinflamatorios no esteroideos) son los fármacos más habituales que pueden afectarla. En las mujeres, es conocido que pueden retrasar o dificultar la ovulación. En los hombres, se ha comprobado recientemente que puede provocar perturbaciones hormonales sobre el eje regulador de la función reproductora.
- Diferentes aplicaciones tecnológicas se han puesto al servicio de la reproducción. Con el aval de la Sociedad Americana de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, existe un test de fertilidad masculina casero que mide la concentración de espermatozoides y su motilidad. Un punto de partida para, en caso de diagnóstico negativo, acudir al especialista. También, un dispositivo digital que actúa por la noche midiendo los días fértiles, la pulsera AVA, permite detectar cinco de los seis días del mes en los que la mujer puede quedarse embarazada y que son los previos a la ovulación. Al detectarlos se duplican las posibilidades de concebir.
