Ya os he contado más de una vez en este blog de salud y vida sana que los huevos son uno de mis alimentos favoritos. Son, además, muy interesantes a nivel nutricional, porque nos aportan proteínas de excelente calidad, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3. Aunque es cierto que contienen grasas saturadas, su consumo moderado (unos 3 o 4 huevos a la semana, por lo general) es muy beneficioso no solo para nuestra salud, sino también para nuestro estado de animo al ser un alimento rico en triptófano.
En casa consumimos todo tipo de huevos: de codorniz, de pato, de oca… Pero son los huevos de gallina los que comemos con más frecuencia. Lo cierto es que normalmente los compramos marrones, aunque otras veces los elegimos blancos. Personalmente, desconocía hasta hace poco qué diferencias hay entre los huevos marrones y los blancos (más allá de que estos últimos suelen ser un poco más económicos). ¿Vosotros las sabéis?
El hecho es que el color de la cáscara del huevo solo nos indica la raza de la gallina de la que procede. Es decir, las gallinas blancas ponen huevos blancos y las de color marrón, marrones. Más allá de esto, aunque se trate de una creencia muy extendida, los marrones no son más sanos ni nutritivos que los huevos blancos o viceversa. Así pues, podéis elegir aquellos que prefiráis, aunque la realidad es que la oferta de huevos marrones es mucho mayor.
Otro mito respecto a las diferencias entre los huevos marrones y blancos asegura que los primeros tienen la cáscara mucho más dura y resistente. Pero es otra creencia errónea. Parece ser que la dureza y la resistencia del huevo tiene que ver con la edad de la gallina que haya puesto el huevo. Así, las jóvenes consiguen huevos con la cáscara más fuerte, mientras que los de gallinas adultas tienden a poner huevos más frágiles.
Respecto a las variaciones de precio entre una variedad de huevo y otra, según lo que he investigado, estas se deben a que las gallinas marrones suelen ser de mayor tamaño y, por tanto, necesitan más cantidad de comida, con el consiguiente incremento en el coste de su manutención.
Finalmente, tanto en las gallinas blancas como en las marrones, lo que tendría aparentemente sentido es que la calidad de los huevos resultantes dependiera de su alimentación y cuidados. Aunque como vimos en el post sobre el significado del código de los huevos, esto no parece estar tan claro.
