Para el dolor, ¿frío o calor?

calmar el dolor con calor o frio

Quizás alguna vez, después de daros un golpe o sufrir una contractura, os habréis preguntado: ¿Qué es mejor para calmar el dolor: aplicar frío o calor? Yo no lo tenía demasiado claro, hasta que di recientemente con una noticia del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid en relación a su Protocolo del Manejo del Dolor, realizado por especialistas de este centro médico.

Por lo general, estos son los casos en los que deberíamos usar frío o bien calor para aliviar la parte del cuerpo que tengamos dolorida y/o inflamada.

Frío para el dolor

Está aconsejado aplicar frío, por lo general, con los siguientes objetivos:

  • Reducir la inflamación como consecuencia de un traumatismo.
  • Aliviar el dolor, en caso de sufrir cefaleas.
  • Prevenir la aparición de hematomas tras un golpe.

El frío lo podemos aplicar de forma húmeda, con compresas, o en seco, a través de bolsas de hielo. Es importante comprobar que la piel esté sana, antes de administrar el hielo. También debemos tener en cuenta, si usamos frío seco, que no hay que aplicarlo directamente sobre la piel. Es mejor cubrirlo con alguna toalla o trapo, por ejemplo. Si no, podríamos acabar quemándonos la piel (a mí me ha pasado en alguna ocasión, tras aplicarme la bolsa de hielo que conservo siempre en el congelador directamente en la piel).

Asimismo, el modo de administración debe ser en periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante alrededor de dos horas. Una vez aplicado el frío, deberíamos secar bien la piel y sin frotar.

No deberíamos utilizar el frío para el dolor, si tenemos problemas de circulación (se agravarían), ni tampoco sobre heridas en proceso de curación.

Calor para el dolor

El calor, en cambio, se recomienda en los siguientes casos:

  • Aliviar el dolor y los espasmos musculares.
  • Tratar el dolor de las inflamaciones no traumáticas de las articulaciones (dolor articular).
  • Relajar la musculatura contraída (contracturas musculares).
  • Acelerar el drenaje de procesos infecciosos y de abscesos.
  • Aliviar las molestias premenstruales y durante la menstruación.

Al igual que con el frío, el calor se puede aplicar de forma húmeda (con compresas mojadas o a través de un baño) o de forma seca (bolsas de agua, almohada eléctrica o los clásicos sacos de semillas) y el modo de administración es el mismo: en periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante alrededor de dos horas.

No hay que aplicar calor para el dolor, durante las primeras 24 horas, en las heridas que sangren, ya que aumentaría el flujo sanguíneo y favorecería el sangrado. Tampoco en prominencias óseas (partes del cuerpo donde ‘sobresalen’ los huesos), porque son zonas de sensibilidad reducida y es fácil que aparezcan lesiones cutáneas (úlceras).

Evidentemente, en caso de dolor intenso, tanto el frío como el calor son métodos complementarios a la terapia farmacológica pautada por nuestro médico.

Rosa Lecina

Periodista de salud, belleza y bienestar. Lo que más me gusta de mi trabajo es que me permite aprender cosas nuevas cada día y poder compartirlas con los demás. Desde Santium espero poder descubriros todo aquello que nos ayude a vivir una vida más sana. Podéis contactarme en: blogsanitum@gmail.com

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