Cada vez conozco más casos de mujeres que deciden tener un parto natural en casa, o bien en el hospital, pero sin epidural y lo menos medicalizado posible.
Yo no soy mamá, pero si lo soy algún día, no me plantearía la posibilidad de dar a luz fuera de un entorno hospitalario. Es mi opinión personal, pero he vivido de cerca complicaciones en el momento del parto que hubieran acabado en desgracia, de no ser por el equipo médico y los recursos del hospital.
Sin embargo, entiendo que haya mamás que quieran un parto lo más natural posible, con la mínima intervención médica, y que tengan miedo a la anestesia o al uso de ciertos instrumentos obstétricos por el temor de dañar a su bebé.
De hecho, según un artículo publicado en la página web de la Facultad de Medicina de Harvard, incluso entre doctores y enfermeras era común creer que la epidural podía ralentizar el trabajo de parto. Pensaban que esta anestesia impedía que los músculos de la pelvis trabajaran óptimamente y que las mujeres no pudieran concentrarse en empujar adecuadamente, sin el dolor como guía. De hecho, explica la doctora que firma el artículo, les preocupaba especialmente que la epidural durante el parto pudiera incrementar las posibilidades de cesárea. Como consecuencia, muchas mujeres intentaban dar a luz sin anestesia y afrontar el dolor para poder rebajar este riesgo. También, con el deseo de tener un parto más rápido.
Pero si estáis embarazadas y aun debéis completar vuestro plan de parto, debéis saber que un reciente estudio, publicado en la revista Obstetrics and Gynecology, determina que la epidural no prolonga el trabajo de parto ni incrementa las posibilidades de cesárea.
Para demostrarlo, los investigadores dividieron a diferentes mujeres en dos grupos. A un grupo se le suministró epidural en la segunda parte del parto, mientras que el otro recibió placebo. Todas las mujeres podían pedir más medicación para calmar el dolor. Los resultados determinaron que no hubo diferencias por lo que respecta a la duración de los partos y la incidencia de cesáreas y que ambos grupos tuvieron resultados similares en cuanto a la salud de las madres y los bebés.
De este modo, se confirmaría que las mujeres no necesitan concentrarse en el foco del dolor para poder empujar correctamente, sino que tan solo requieren del apoyo y la guía adecuada.
Por si os preguntáis qué es exactamente la epidural, se trata de un tipo de anestesia local que se introduce en el canal raquídeo o columna vertebral para interrumpir la transmisión nerviosa de la sensación dolorosa. De este modo, al adormecer el cuerpo por debajo del ombligo (incluidas las paredes vaginales), las mujer mitiga el dolor que provoca el bebé al pasar por la pelvis.
La ventaja de la epidural respecto a otros medicamentos para aliviar el dolor que pueden tomarse vía oral o intravenosa, así como a la anestesia general, es que solo una pequeña parte del narcótico pasa al torrente sanguíneo de la madre, por lo que el bebé queda muy poco expuesto a esta medicación.
De todos modos, si ya habéis sido mamás o estáis a punto de serlo, nos encantaría que pudierais compartir vuestra experiencia con nosotras y vuestra opinión sobre la epidural.
