El verano es sinónimo de vacaciones, aventuras y, para muchos, la oportunidad perfecta para descubrir destinos lejanos. Con la llegada del calor y el fin de las obligaciones escolares y laborales, los aeropuertos se llenan de viajeros dispuestos a cruzar océanos y continentes. Sin embargo, los vuelos largos en avión pueden suponer un reto para la salud y el bienestar. Por eso, es fundamental prepararse adecuadamente antes de embarcarse en una travesía de muchas horas en el aire.
Claves para un viaje saludable
Antes de subir al avión, es importante planificar con antelación. Reservar el asiento adecuado puede marcar la diferencia: los asientos en las primeras filas o cerca de las salidas de emergencia suelen ofrecer más espacio para estirar las piernas, lo que ayuda a prevenir molestias y favorece la circulación sanguínea. Además, elegir ropa cómoda y holgada es esencial para evitar la incomodidad y la hinchazón durante el vuelo.
Otro aspecto fundamental es el equipaje de mano. Llevar un pequeño “kit de supervivencia” con tapones para los oídos, antifaz, almohada cervical y productos hidratantes (como bálsamo labial y crema para manos) puede ayudarte a descansar mejor y a combatir la sequedad ambiental típica de la cabina.
Alimentación e hidratación: aliados contra el malestar
La alimentación antes y durante el vuelo juega un papel crucial. Se recomienda evitar comidas pesadas, grasas o muy condimentadas antes de viajar, ya que pueden dificultar la digestión y aumentar la sensación de malestar. Optar por alimentos ligeros y fáciles de digerir, como frutas y ensaladas, es una excelente opción. Además, algunos expertos sugieren ayunar unas horas antes del vuelo para ayudar al cuerpo a adaptarse mejor al cambio de horario y reducir el jet lag.
La hidratación es otro pilar fundamental. El aire en la cabina es muy seco, lo que favorece la deshidratación. Por eso, es importante beber agua con frecuencia, incluso si eso implica levantarse varias veces para ir al baño. Evita el alcohol y las bebidas gaseosas, ya que pueden aumentar la deshidratación y el malestar.
Movimiento y descanso: cuida tu cuerpo en el aire
Permanecer sentado durante muchas horas aumenta el riesgo de problemas circulatorios, como la trombosis venosa profunda. Para prevenirlo, es recomendable levantarse y caminar por el pasillo cada una o dos horas, así como realizar ejercicios sencillos de estiramiento de piernas y pies desde el asiento. Si tienes factores de riesgo, consulta con tu médico antes del viaje y considera el uso de medias de compresión.
Dormir bien durante el vuelo puede ser complicado, pero llevar ropa cómoda, una manta ligera y una almohada cervical puede facilitar el descanso. Si eres sensible al ruido, unos auriculares con cancelación de sonido o tapones pueden ayudarte a aislarte del entorno y relajarte.
Viajar en avión durante muchas horas no tiene por qué ser una experiencia incómoda o perjudicial para la salud. Con una buena preparación, atención a la alimentación, hidratación y movimiento, puedes llegar a tu destino sintiéndote bien y listo para disfrutar del verano.