Todos sabemos que fumar es perjudicial para nuestra salud. De hecho, cada vez se conoce más acerca de las consecuencias nefastas de este hábito. Ayer mismo, en nuestro post sobre acrilamidas, descubrimos que el humo del tabaco contiene estas sustancias nocivas para nuestro organismo.
Ahora, la Sociedad Española de Reumatología (SER) ha puesto en marcha la campaña #portushuesosnofumes para advertir que el consumo de tabaco aumenta el riesgo de sufrir enfermedades reumáticas y las agrava. En este sentido, multiplica por cuatro el riesgo de padecer artritis reumatoide (inflamación persistente de las articulaciones de carácter autoinmune) e incrementa el riesgo de padecer uveítis (inflamación de la úvea, membrana que envuelve el interior del globo ocular) y fracturas óseas.
Nunca está de más volver a recordar que el tabaco es responsable de la muerte de alrededor de 6 millones de personas, según las conclusiones de ‘The economics of tobacco and tobacco control’. Este informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos (NCI), publicado recientemente, insiste en la influencia negativa del tabaco en enfermedades no transmisibles, tales como, enfermedades cardiovasculares, reumáticas, cáncer, diabetes o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
En el caso de las enfermedades reumáticas y autoinmunes sistémicas, más allá de la artritis reumatoide y la uveítis, el tabaco también aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis y lupus; favorece que progresen las espondiloartritis (conjunto de enfermedades reumáticas que se caracterizan, por lo general, por dolor lumbar entre otros síntomas); agrava la fibromialgia; e incrementa significativamente el riesgo de que los pacientes con enfermedades reumáticas sufran enfermedades cardiovasculares.
Por este motivo, es fundamental que tanto las personas con enfermedades reumáticas o autoinmunes (o con factores de riesgo de desarrollar alguna de ellas), así como la sociedad en general sean consciente de los daños que produce el tabaco en los sistemas musculoesquelético e inmunitario.
Esta relación entre el tabaco y las enfermedades reumáticas se explica porque los cigarrillos, entre sus compuestos activos, incluyen radicales libres que pueden llevar a la inflamación vascular o al desarrollo de enfermedades sistémicas, dos de los desencadenantes, por ejemplo, de la uveítis (enfermedad responsable del 10% de las pérdidas de visión).
En el caso de la artritis reumatoide (AR), se ha demostrado que el tabaco es el principal factor externo que predispone a la enfermedad. Concretamente, se multiplica por 4 el riesgo de padecerla, frente a población control que no fume; y si hablásemos del caso de un hijo de un paciente con AR que fume, el riesgo sería casi diez veces mayor”, afirma el doctor José Luis Andreu, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER).
Asimismo, se ha observado que las personas fumadores con espondiloartritis presentan más lesiones en sus radiografías de columna que los que no fuman. De manera que dejar de fumar mejoraría su enfermedad y, por tanto, su calidad de vida.
En otras enfermedades reumáticas de carácter inflamatorio como es el lupus eritematoso sistémico (LES) parece que también el tabaco es un factor relevante en el incremento del riesgo de padecer la enfermedad. “También existen múltiples estudios que demuestran que el tabaquismo influye en la predisposición a padecer osteoporosis y, sobre todo, fracturas óseas a causa de esta enfermedad”, asegura el doctor Andreu.
