Aunque he intentado engancharme al running muchas veces, la verdad es que no consigo disfrutar con ello. Me encanta hacer deporte, pero me temo que no estoy hecha para correr. Y eso que me gustaría, porque el running tiene muchas ventajas. La principal, para mí, que puedes practicarlo a cualquier hora y en cualquier sitio.
Aun así, también puede conllevar algunos riesgos si se practica de forma inadecuada o sin las precauciones precisas. Por eso, desde Fisioserv, clínica de fisioterapia a domicilio, insisten en la importancia de realizar un estudio de la pisada antes de elegir zapatillas y lanzarse a correr, y nos advierten de algunos de los peligros de este deporte.
- Tendinosis. Correr es una actividad muy sana, pero en su justa medida. En ocasiones, puede resultar agresiva para la anatomía, ya que implica sacudir el cuerpo contra el pavimento durante un largo periodo de tiempo, esperando que los músculos sirvan de amortiguación a los golpes que toda la estructura ósea y articular se da contra el suelo. Como consecuencia, se pueden dañar también los tendones, causando una tendinosis.
- Fascitis plantar. Practicar running en demasía y no llevar un calzado adecuado puede provocar fascitis plantar, que según los fisioterapeutas es la causa más frecuente de consulta por dolor del talón y representa el 10% de todas las lesiones de los runners.
- Runnorexia. Aunque imagino que se trata de un porcentaje muy pequeño de los aficionados al running, los expertos explican que hay personas para las que correr se convierte en una especie de necesidad, haciendo que pierdan la perspectiva del rol del ejercicio físico en su vida y llegando a alcanzar un síndrome de abstinencia. No tiene nada que ver con aquellas personas que puedan sufrir un periodo de sobreentreno porque se acerca una competición y se han planificado mal. La adicción al deporte, en este caso la runnorexia, es un problema serio que suele implicar aspectos psicológicos importantes, como las creencias irracionales o la autoestima baja, entre otros. Aunque obviamente esta ‘obsesión’ no solo se puede desarrollar con el running, sino con cualquier otro deporte.
- Caída del pecho. Un exceso de running puede traer consigo el estiramiento del ligamento de Cooper en la mama y provocar, en consecuencia, una flacidez prematura en la zona del pecho. Para prevenirlo es importante utilizar siempre sujetadores deportivos que amortigüen las sacudidas mientras se corre. Aquí en Sanitum ya os hemos contado qué tener en cuenta a la hora de elegir sujetador.
- Debilitamiento del suelo pélvico. Una actividad deportiva excesiva puede conducir a la disminución del tono, la fuerza y la flexibilidad del suelo pélvico, así como a la incontinencia urinaria. Este riesgo se combate con fisioterapia y entrenamiento, entre los que destacan los ejercicios hipopresivos. También en este blog de salud os hemos hablado recientemente de la importancia de cuidar el suelo pélvico.
- Lesiones por sobrepeso. Cuando hay un problema de sobrepeso, la lesión por sobrecarga por excelencia es la artrosis de rodilla. Si bien existe una predisposición genética para desarrollar esta patología, el impacto contra el suelo mantenido en el tiempo es el factor que más afecta.
- Roturas de huesos: En mujeres postmenopáusicas la descalcificación de los huesos es una de las dolencias más generalizadas. Por lo tanto, en ellas, el peligro de rotura ósea aumenta y un ejercicio como el running resulta poco recomendable. Son preferibles deportes como la natación o la gimnasia, ya que mantienen el tono muscular y el peso adecuado sin agredir tanto a la estructura ósea.
Así pues, si queréis iniciaros en este deporte, no olvidéis haceros un estudio de la pisada y, preferiblemente, empezad de forma supervisada apuntándoos, por ejemplo, a grupos de running.
