Hay mucha controversia acerca de los beneficios y los posibles riesgos de los lácteos. Personalmente, consumo leche de vaca a diario, con el café de la mañana, y varias veces por semana, yogur como postre o snack saludable. El queso, aunque me gusta, es el lácteo que consumo de forma más ocasional.
Es cierto que estos alimentos no son imprescindibles en una dieta equilibrada. Aun así, son interesantes a nivel nutricional. Concretamente, son ricos en proteína, calcio, fósforo y vitaminas B (riboflavina y vitamina B12).
Sin embargo, es cierto que los principales beneficios del yogur en la salud se relacionan sobre todo con su contenido en bacterias saludables, también presentes en otros alimentos probióticos como el kéfir, el kimchi, el chucrut o la kombucha.
Así pues, diferentes estudios científicos sugieren que una menor cantidad de bacterias en nuestro sistema digestivo podría influir en el riesgo de contraer ciertas dolencias como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome del intestino irritable y patologías crónicas inflamatorias como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la artritis reumatoide. También, el consumo de yogur ayudaría a incrementar la diversidad de la microbiota intestinal.
Cabe decir que el yogur se elabora al combinar leche caliente con bacterias saludables, específicamente Lactobacillus bulgaricus and Streptococcus thermophilus, y dejando reposar la mezcla durante horas a una temperatura cálida (43-46 ºC). Asimismo, muchas veces se les añaden otro tipo de microorganismos del tipo Lactobacillus y Bifidobacteria.
Son precisamente estas bacterias que se añaden a la leche las que convierten el azúcar que contiene (la lactosa) en ácido láctico y a las que se les atribuye sus efectos beneficiosos. También, el hecho de que sienten mucho mejor que otros lácteos como, por ejemplo, la leche.
Personalmente, prefiero los lácteos enteros (con toda la grasa de la leche) y el yogur griego (más alto en proteína), porque me sacian más. A mí me gusta crear mi propio yogur de sabores mezclando el yogur entero con fruta fresca cortada o triturada y añadirle, por ejemplo, coco desecado o frutos secos. Es una merienda perfecta para acabar de aguantar la jornada y os lo podéis llevar fácilmente al trabajo para poder comer sano en la oficina. Por el contrario, os diría que comer yogures saborizados ya preparados (al menos, la gran mayoría), es más bien un dulce por su alto contenido en azúcar.
En ese sentido, un truco a la hora de elegir yogur es fijarse bien en sus ingredientes. En la lista tan solo deberías encontrar leche y fermentos lácteos.
Y, vosotros, ¿consumís yogur habitualmente? ¿Cómo os gusta tomarlo?