Las Lámparas de Cristal de Sal se han popularizado en muchas tiendas como objeto decorativo. Las podemos encontrar en muchas casas en cualquier rincón. Son muy bonitas de ver y dan un aspecto acogedor a las estancias donde las coloquemos. Son, como su propio nombre indica, lámparas de cristales de sal de color rojizo que presentan distintos tonos. Su origen lo podemos encontrar en las regiones de la cordillera del Himalaya, y se cincelan logrando esa forma tan característica; además se extraen utilizando procedimientos manuales. Podemos afirmar que cada una de estas lámparas es única, aunque en ocasiones sus diferencias son casi imperceptibles.
El confort y el bienestar se deben a sus dos aspectos fundamentales:
- El efecto ionizante.
- El color que emiten, blanco y anaranjado comúnmente.
En una estancia cerrada, como puede ser una de las habitaciones de nuestra casa, una lámpara de sal es capaz de reequilibrar el llamado ambiente iónico. El aire que respiramos cada día está cargado eléctricamente con iones de cargas positivas y negativas. Es bastante común hallar en nuestros hogares excesiva presencia de los primeros, debido a la acción de electrodomésticos, aparatos de aire acondicionado, ordenadores o televisores, entre otros. Este desequilibrio afecta directamente en nuestro cuerpo, provocando reacciones adversas como la fatiga, insomnio, depresiones, … Estas lámparas, cuando están encendidas, restablecen el ambiente emitiendo iones negativos y, por lo tanto, compensando la acción de los positivos.
Su citado color blanco o anaranjado estimulan nuestro estado físico y mental. Se usan a modo de luces indirectas, no agresivas, reforzando con su presencia las zonas más oscuras de la casa; además se dice que la luz naranja es un gran estimulante de nuestro poder creativo, mientras que la blanca contribuye a aspectos relacionados con la concentración y como elemento inductor que ayuda a refrescar nuestras ideas. Son ideales para aquellos que estudian o necesitan trabajar desde el lado creativo del cerebro.
