De sobra sabemos la atracción que sienten nuestros hijos hacia los restaurantes de comida rápida y hacia sus más que tentadoras hamburguesas, pizzas y bocatas. Sin embargo, debemos saber que es en la infancia cuando se han de inculcar unos hábitos de vida saludables, lo que no implica poner a los menores a dieta. Fomentar la vida sana en los más pequeños no tiene porqué convertirse en un duro calvario para los padres.
Se puede elaborar una divertida tabla de puntos que se colocará en un lugar visible de la casa. Cada vez que el niño coma una fruta o verdura se le dará un punto y al final de la semana puede tener su merecida recompensa. La recompensa no es necesario que sea material, puede ser ir al cine, jugar al parque o invitar a un amigo a casa. En el juego de la salud se pueden usar también pegatinas o incluso puede resultar muy divertido que el propio niño dibuje en la tabla las frutas o verduras que ha comido ese día.
Desde las escuelas se pueden trabajar unos hábitos de vida saludables, haciendo recomendaciones a los padres para que eviten la bollería industrial. Podría ser interesante plantear en las escuelas que los niños lleven los lunes y miércoles un bocata para almorzar; martes y jueves una fruta y los viernes almuerzo libre. Pero no solo hay que enseñar a los pequeños a comer sano, también hay que procurar que hagan ejercicio físico desde pequeños.
El sedentarismo se ha convertido casi una enfermedad y pasar el fin de semana delante del ordenador o de la televisión tampoco es lo más recomendable. Por ello, si salimos a pasear en bicicleta, a jugar un partido de fútbol o a caminar por la montaña, seguro que el cuerpo lo agradecerá.