Entre las patologías más extendidas en la actualidad se encuentra el llamado hígado graso, también conocido por su nombre científico “esteatosis hepática”. Esta patología provoca obesidad y sobrepeso, la resistencia a la insulina, niveles altos de colesterol y triglicéridos en la sangre y síndrome metabólico. Para evitar llegar a estos problemas de salud se recomienda principalmente descartar de la dieta los alimentos demasiado procesados. Por lo tanto, es fundamental aprender sobre lo que comemos a diario.
Las primeras medidas de choque para evitar el hígado graso son:
- Excluir el alcohol.
- Evitar el azúcar y harinas refinadas.
- Evitar los zumos de frutas principalmente industriales que hacen subir la glucosa.
- Ser cautos ante las grasas de mala calidad.
- Disminuir la ingesta de proteínas de origen animal.
- Reducción de azúcar libre y/o carbohidratos. Este azúcar lo podemos encontrar en jarabes, mieles y en los zumos concentrados de frutas.
- Evitar la toma de refrescos que superan la cantidad máxima diaria de azúcar libre recomendada (25 gramos)
- Prescindir de las patatas y frutos secos fritos, bollería, harinas y cereales refinados (arroz y pasta blanca); aunque en este último caso podemos optar por productos integrales.
- Perder peso a través de un aumento de la actividad física.
- Evitar prácticas sedentarias.
Productos que deben ser utilizados en nuestra alimentación:
- Utilización de aceite de oliva virgen extra, a ser posible crudo.
- Incluir frutos secos y semillas a diario.
- Frutas como el aguacate y el coco en sustitución de mantequillas, margarinas o similares.
- Aumentar el consumo de legumbres.
- Desayunos saludables cuya base consista en copos de avena, centeno, … Estos pueden ir acompañados de fruta natural, purés o smoothies.
Desde aquí os recomendamos que cada vez que hagáis la compra estéis atentos a la información que aparece en el etiquetado. De esta manera, lograréis una dieta acorde con estas características que os hemos expuesto.