Aunque el verano está tocando a su fin, no tenemos que bajar la guardia ante la protección de la piel. Por ello hoy os queremos recomendar uno de nuestros aliados frente al sol: el Aceite de Comino. Este aceite proviene del Ajenuz, una planta herbórea, con flores bancas y azuladas, cuyo origen lo encontramos en Egipto y Siria. Precisamente ahora estamos en el periodo del año en el que florece. El aceite se extrae de su semilla de color negro, cuyo intenso aroma recuerda al de la nuez moscada.
Hay evidencias de su uso por parte de los médicos de la época de los faraones egipcios, incluso tiene una reveladora entrada en el Corán expresada por el Profeta Muhammad: “El aceite de comino negro cura todas las enfermedades excepto la muerte”.
Las semillas de Comino Negro la forman:
- Ácidos grasos de las series omega 3 y 6.
- Aceites volátiles (nigrellone y timoquinoa).
- Vitaminas.
- Enzimas.
- Minerales.
- Sustancias activas con acción calmante y bactericida.
Este aceite se puede usar tanto para uso interno como externo. Os resumimos a continuación sus principales propiedades:
- Refuerzo de las defensas naturales del cuerpo.
- Ayuda a la secreción biliar y combate contra las enfermedades hepáticas.
- Alergias y enfermedades derivadas del aparato respiratorio.
- Sirve como modulador hormonal.
- Hace descender la glucosa en sangre.
- Ayuda en los procesos reumáticos dolorosos y en las inflamaciones articulares.
- Actúa como purificador y protector de la piel, frente al acné, alergias, eccemas, psoriasis y quemaduras). Está especialmente indicado para la piel seca, sensible o irritada.
- Tonifica el cuero cabelludo y reduce la formación de caspa.
- Se puede aplicar durante los masajes para aliviar los músculos, articulaciones y huesos.
- Promueve la fortaleza de las uñas.
Se puede tomar de distintas maneras: desde semillas molidas mezcladas con zumo o con miel antes de las comidas; en forma de perlas; también se puede inhalar al hervirlas; en infusión; y recién molida como acompañamiento de platos.